viernes, 24 de febrero de 2017

Bowie, el camaleón amaestrado, EGM El Gran Musical Noviembre 1995


David Bowie: "La Muerte es una obra de arte perfecta"


David Bowie: "Ahora me siento muy del siglo XIX, un romántico, al contrario que Brian
Eno, que es un hombre de finales del siglo XX."

"Cojo el arte más elevado y lo llevo al nivel de la calle."
"No soy alguien a quien se pueda meter en una caja y describir en cinco palabras."

"Hay dos preguntas que siempre me he hecho y que me dan el sentido de la vida. Una es 
"¿Qué estoy haciendo aquí?" y la otra es "¿Cuándo voy a morir?" He ido asumiendo
con el tiempo cuan mortal es el ser humano, lo frágil que es todo lo que nos rodea. Y eso me
he hecho volcarme más en mi vida espiritual."

"Siempre he tenido muy presente el hecho irreversible de la muerte... un autor francés solía
decir "Hay un Dios, y no creo en Él". Es una frase a tener en cuenta por su rareza. Yo la
veo de otra forma. Creo en Dios, desde luego, pero lo importante es que Él cree en mi. " 




En 1985 Terry Jones murió trágicamente bajo los rieles de un tren en la estación de Coulsdon South. El entierro, celebrado días después, congregó a todos sus familiares, excepto a su hermano menor David, de profesión cantante famoso, que envió un ramo de rosas y crisantemos con una nota de adhesión, sentida y sugerente:

“Has visto más cosas de las que nadie pueda imaginar, pero todos estos momentos desaparecerán para siempre como lágrimas en la arena. Que Dios te bendiga.”

Eran las palabras finales del filme Blade Runner, una reivindicación de las emociones en la era robótica. Crónica policiaca ambientada en Los Ángeles, año 2019, por cortesía del escritor de ciencia ficción Philip K. Dick cuya novela, “Sueñan los androides con ovejas eléctricas? , inspiró la película.

“No fui al funeral porque creo que no sirve para nada, es una comedia sin sentido –explica David-. Esa fue la primera frase que me vino a la cabeza en aquel momento y me pareció adecuada para decir adiós. Mi hermano era un gran hombre, un auténtico intelectual de la sociedad posmoderna que, de niño, me hizo leer a Kerouac, Ferlinghetti, Ginsberg y otros grandes poetas de la beat generation. Creo que mi carta le habría gustado.”

Diez años después, el artista retoma el lenguaje futurista en su último elepé, Outside, obra conceptual que gira en torno a las investigaciones de un detective privado en el paisaje urbano desquiciado de 1999. Tras varios años de retiro voluntario y feliz matrimonio, Bowie vuelve a tomarse en serio su carrera musical con un trabajo ambicioso y –a pesar de algunos momentos soporíferos- bastante solvente. Ha reunido a sus instrumentistas favoritos de éocas pasadas (Carlos Alomar, Reeves Gabriel, Erdal Kizilcay) y recurrido al productor/artista multimedia Brian Eno, con quien ya realizó en la segunda mitad de los 70, una trilogía asombrosa (Low, Heroes, Lodger), precursora del ambient, el pop electrónico, la onda siniestra y otras propuestas de fin de siglo decididamente europeístas. El resultado, que hace el número 33 en la discografía de la estrella, es la primera entrega de una anunciada tetralogía que responde al título de The Diary of Nathan Adler or The Art-Ritual Murder of Baby Grace Blue: A non-linear Gothic Drama Hyper-cycle. En pocas palabras, El Diario de Nathan Adler.

El cadáver mutilado de la adolescente Baby Grace aparece expuesto una mañana frene a la puerta del Museo de Arte Moderno. Está claro que ha sido un asesinato, pero ¿es una forma de arte? Las notas interiores del compacto concluyen, a modo de telenovela, con un prometedor continuará. ¿El desenlace? Puedes apostar a que ni el propio autor lo sabe. En su investigación, Nathan Adler recorrerá los ambientes sórdidos y conocerá  a los variopintos personajes (el escurridizo Leon Blank, la sádica Ramona Stone, el enigmático Algeria Touchshriek), siguiendo una trama narrativa, hermética e inquietante, heredera del citado Philip K. Dick y de Willian Gibson. Una alegoría de la degeneración humana, henchida de fatalismo visionario, decorada con texturas de noise pop y jazz cibernético. Un relato cruel y romántico, en el que parece como si el mismo Bowie estuviera, simultáneamente, ahuyentando sus temores del futuro y firmando la paz con los fantasmas del pasado. Un retorno al barroquismo delirante de Diamond Dogs. Un reencuentro con la propia esquizofrenia.

En tu nuevo álbum, el asesinato se contempla como un ritual artístico. ¿Puedes explicarlo?

La muerte es una obra de arte perfecta. Por eso el cadáver de Baby Grace termina expuesto en el museo. Pero yo no he inventado nada nuevo. En 1827, Thomas de Quincey ya había escrito un ensayo maravilloso titulado El asesinato como una de las Bellas Artes. Y más tarde André Breton siguió trabajando en esta hipótesis. 

¿Es cierto que te has inspirado en casos reales de mutilaciones con trasfondo artístico?

Desde luego. Hace tiempo que sigo la trayectoria de unos cuantos chiflados que utilizan la autodestrucción como vía de expresión. Schwarz Kögler, por ejemplo, es un artista underground que se cortó el pene en una performance. También está Ron Athey, heroinómano y seropositivo, que se hería en escena con un bisturí. El australiano Stelarc, la francesa Orlan y la película japonesa Tetsuo… Aparte del interés, casi obsesivo, por los artistas rituales, el disco está muy marcado por ese nuevo paganismo que ha surgido con el advenimiento del piercing, los tatuajes, las tribus urbanas, el aclarado de piel, el sexo gratuito y la violencia callejera. 

Creo que tú también tienes un tatuaje…

Para qué negarlo, aunque está en un sitio poco visible. Es una mujer oriental desnuda y no creo que vuelva a hacerme otro.

Bowie contesta lo que le apetece sin que tenga, a veces, demasiada relación con la pregunta. Y de repente, cuando lo has dado todo por perdido, te sorprende con una revelación intimísima y una confianza insospechada. Nos hemos citado en una suite del lujoso Regency Hotel londinense, a media tarde. Luce un bronceado envidiable, discreta perilla, camiseta a rayas, pantalones beige y botines de cuero hippies. Bebe café y fuma Marlboro Light sin parar. A sus 48 años, explica, es quizá el único vicio que le queda. Ése y el de crear.

¿Por qué has tardado tanto en volver a trabajar con Brian Eno?

No hay ninguna razón especial. Al terminar la grabación de Lodger, en 1979, tomamos caminos diferentes. Él se dedicó a sus instalaciones y yo emprendí una carrera descaradamente comercial que nunca llegué a creerme del todo. Cuando me harté de aquella farsa, me fui sin armar alboroto. A mí siempre me ha gustado competir. S no, no haces cosas que valgan la pena. Pero el pop de los 80 no era serio. Ahora, en cambio, hay muchos grupos buenos: Sonic Youth, los Pixies… Hacen lo que quieren, sin hacer caso de la industria discográfica. Eso resulta estimulante y… contagioso. 

Tu nuevo disco está ambientado en 1999, como aquella película de Wim Wenders, Hasta el fin del mundo…

No la he visto aunque he oído hablar de ella. Pero es lógico que todo el mundo quiera ofrecer su versión del fin del milenio.

¿Qué crees que ocurrirá cuando llegue ese momento?

Ni idea. A lo mejor hay gente que pide el perdón de sus pecados. Lo que sí puede ocurrir es que, en esta década final, surja un arte nuevo más arrollador que los anteriores.

Las canciones de Outside parecen calculadamente confusas. ¿Es cierto que están escritas con ayuda de un ordenador?

En parte sí. He estado trabajando en un estilo que he copiado de Brion Gysim y William Burroughs, haciendo recortables con trozos de texto y ordenándolos después de diferentes maneras. Además, un amigo de San Francisco desarrolló para mí un programa informático que te ofrece infinitas posibilidades…

Creo que todos los protagonistas del disco están basados en ti…

Bueno, reflejan distintas facetas de mi vida o de mi personalidad. Quiero desarrollar nuevos personajes cada año para hacer la trama más compleja. Cuando llegue a su fin parecerá Nicolas Nickelby en versión rock.

Hay una canción en Heroes, Sons Of The Silent Age, que parece escrita en plena resaca del grunge: “Los hijos de la edad del silencio hacen el amor de vez en cuando, pero sueñan mucho. Y nunca mueren, tan sólo va a dormirse un día”…

Era una época muy dura, de nihilismo existencialista y demasiadas drogas. Luego vendría el punk con aquello de “no hay futuro”, ya sabes… tiene bastante vigencia. Pero no es que los tiempos se parezcan… Describe una edad determinada en la que todo el mundo se siente de esa manera. 

Se te ve muy orgulloso en las revistas, junto a tu hijo, el día en que se doctoró…

Sí, Duncan (antes se llamaba Joseph Zowie pero cambió de nombre al abrazar la religión cristiana) tiene 24 años y está estudiando filosofía en Estados Unidos. Creo que, como padre, le he hecho discutir mucho. Aunque hay algo que me gusta: nuestras conversaciones siempre han sido de locos y eso te hace sacar muchas cosas hacia fuera. Pero no estamos tan alejados el uno del otro. A veces pienso que seguimos discutiendo por no perder la costumbre… Ha sido estupendo verle triunfar haciendo algo que él siempre quiso y para lo cual yo nunca imaginé que tuviera tanto talento. Dicen que, a mi edad, se tienen esa clase de sentimientos. 

Bowie tiene 48 años y un gran apego por lo él llama calidad de vida. De hecho, éste parece ser su tema de conversación favorito: los diseños de Paul Smith, la cocina japonesa, los ensayos de Roland Barthes… Aunque no todo es frivolidad: también habla sesudamente de su visita inspiradora a un manicomio austriaco, del proyecto de su amigo Eno para proporcionar terapia musical a los niños bosnios, su inminente gira norteamericana junto a los kamikazes Nine Inch Nails o un montaje futuro junto al dramaturgo Robert Wilson. Y no para de asombrarte. Tras dar no-sé-cuantos tumbos, el muy perro sigue reinventándose a sí mismo.

Y es que su fórmula para mantenerse en primera fila es el cambio permanente. Mod con su primer grupo (Lower Third), después cantautor dylaniano (Space Oddity), aprendiz de mimo (Lindsay Kemp), rey del glam y la revolución bisexual (Ziggy Stardust), abanderado del disco-soul (Fame), pionero del techno (Heroes), estrella mainstream (Let’s  Dance) y rockero maduro (Tin Machine). Pero además de productor/protector de sus amigos (Lou Reed, Iggy Pop, Mott The Hoople), intérprete de dúos inenarrables (Queen, Mick Jagger, Bing Crosby), actor de teatro (El hombre elefante), cabaret (Baal) y cine (El ansia, Feliz Navidad Mr. Lawrence). Un tipo inquieto, vaya. Y aunque haya vivido lo suyo, sin hacer profesión de ello como algunos de sus compinches, hoy se muestra desenganchado y abstemio, casado y laborioso, sano y feliz.

La primavera pasada, ofreciste tu primera exposición artística en una galería de arte de Londres. La crítica la acogió con indulgencia, casi como una broma. Pero a ti no pareció afectarte demasiado…

Me he vuelto menos exigente conmigo mismo. Ahora cualquier cosa que pinto la enseño, cualquier cosa que escrito la publico, cualquier música que grabo la edito. El arte es un espacio en el que puedes estrellar tu avión y salir ileso de él.

¿Cómo describirías tus trabajos pictóricos? ¿Qué tal se venden tus cuadros? ¿Te consideras un artista caro?

En absoluto. Mis tarifas son bastante razonables. Por lo menos, nadie me regatea en el precio. Cuando estrellas del rock como Brian Eno y yo mismo pasamos de un campo del arte a otro, para probar cosas, parece como si estuviéramos obligados a mantener el altísimo nivel mostrado en nuestra actividad habitual. Y hay que contar con un tiempo de aprendizaje dela técnica que desees desarrollar. No se aprende a hacer buenas canciones en un día, ni en un año. Por eso en  mis diferentes facetas como artista no busco la perfección, sino tratar de expresar de manera comprensible mi visión de las cosas. Fuera de la música, me importa más el fondo que la forma.

También has debutado como periodista en la revista inglesa Modern Painters…

Me encanta hacer entrevistas, enterarme de cómo trabaja otra gente. Lo más estimulante de hablar con un artista no es descubrir el mensaje oculto de su obra, cosa que me parece muy aburrida porque me basta con mi propia interpretación. Lo más estimulante es enterarse de cómo han llegado a crear esa obra. Para mí es una especie de hobby. A Balhtus, el último superviviente de la escuela de París, le hice la entrevista más larga de su vida. Tiene 96 años y fue  fantástico escucharle contar anécdotas de Picasso y Stravinsky, como quien habla de sus viejos amigos del barrio.

¿Qué hay de tu carrera como actor?

Lo odio. Me gusta trabajar con buenos directores, como Scorsesse. Fue con él con quien más he disfrutado, como haciendo La última tentación de Cristo. Pero, en general, no me gusta porque es muy aburrido. De todas las demás películas no estoy muy contento ni puedo sentirme orgulloso. 

Podrías haber dado más de ti en la pantalla…


Quizá también el cine podría haberme utilizado mejor. Como actor nunca he hecho un papel brillante. De todas formas, las críticas nunca me hicieron daño, porque siempre me ha gustado ser considerado un diletante en todo lo que hago. 

¿Has pensado alguna vez en ponerte tras la cámara?

No podría. No tengo la paciencia suficiente para hacer una película. Los directores de cine desaparecen durante un año y medio y, en los dos meses siguientes, se parten la espalda para rodar su película. Para mí sería demasiado.

En cambio tu amigo, el pintor Julian Schnabel, se ha lanzado sin miedo al mundo de la realización con Basquiat, la película donde tú haces de Andy Warhol… ¿Llegaste a conocer a Warhol?

Sí, he estado con él unas seis veces. Era imposible haber vivido en Nueva York en los 80 y no encontrártelo en algún sitio. Estaba en todas partes: en la inauguración de cualquier galería de arte, en todos los garitos de moda… Era realmente sociable. No es que fuera uno de mis artistas favoritos, pero hay que reconocer que era un hombre muy interesante. No tenía desperdicio. Ha sido divertido ponerse la peluca. Además, en el plató coincidí con Courtney Love, que me encanta…

¿Has escuchado la versión de The Man Who Sold The World cantada por Kurt Cobain? ¿Crees que podrías haber terminado como él, de acuerdo a aquella canción tuya, Rock and Roll Suicide?

Puede que hubiera un momento en que sí, cuando tenía la idea romántica de que los actos heroicos son la única salida. Afortunadamente, cambié de dirección y hoy estoy encantado de haberlo hecho. Aunque siempre he tenido un profundo sentido de la muerte, no es algo que me dé miedo. Sólo he estado cerca del suicidio en un par de ocasiones. La influencia de ciertas sustancias te invita a pensar; hasta aquí hemos llegado. Pero era más autocompasión que otra cosa. Uno se da cuenta enseguida de que el pesimismo es el gran compañero de las sustancias adictivas. Ahora las únicas emociones fuertes que busco están en lo cotidiano. Mantener una relación sincera y hacer que dura por el resto de tus días me parece suficiente aventura… Me siento muy optimista con respecto a la vida, no a la mía en particular, sino a la vida en general.

¿Cómo ves tu trayectoria artística con la distancia?

Como una función de adaptación perfectamente natural. Pero, haga lo que haga, siempre hay alguien en algún sitio que se siente traicionado. 

Traicionado, ¿por qué?

Ya no canto algunas canciones, no visto ropas extravagantes y mi vida afectiva parece haberse decantado por la heterosexualidad. Lo siento por aquellas personas que tienen problemas conmigo, porque soy tan fácil de entender… Yo creo mi cultura diariamente… Ahora me siento muy del siglo XIX, un romántico; al contrario de Brian, que es un hombre de finales del siglo XX. Tal vez el éxito de nuestra colaboración surja de que hay dos o tres cosas en las cuales somos muy diferentes: eso genera una química mucho más interesante que si pensáramos todo igual. Brian coge cosas banales y las eleva a la categoría de arte. Mientras que yo hago precisamente lo contrario: cojo el arte más elevado y lo llevo al nivel de la calle… Pero no soy alguien a quien se pueda meter en una caja y describir en cinco palabras. De hecho, no creo que nadie sea tan simple. Siempre he ido, como dice la canción, de estación en estación.

En la primavera del 92, Bowie se casó en segundas nupcias con la top model somalí Iman. Nadie daba un duro por aquella unión, pero ahí siguen. Dicen que ella le ha reformado y el camaleón inquieto se convirtió momentáneamente en lagarto, feliz de no hacer nada tumbado al sol. Juntos viven en una mansión campestre, cerca de Ginebra (Suiza), donde el marido tranquilo guarda las ausencias de su cosmopolita esposa leyendo, pintando o paseando en su viejo Range Rover. Suelen ir de vacaciones a Indonesia, aunque el año pasado recorrieron en coche Portugal y es probable que pronto vengan a nuestro país. 

A Iman le encanta España porque ha trabajado mucho allí y conserva buenos amigos. Ahora está empeñada en aprender español y eso que ya domina seis idiomas: somalí, inglés, árabe, ruso, italiano y francés. Lo curioso de convivir con una mujer tan políglota es que, cuando se enfada, tiene un repertorio de insultos tremendo”. 

Tu ex mujer, Angie, te describe en su libro Back-Stage Passes como un homosexual indómito, totalmente enganchado a la cocaína…

Todo eso es verdad y todo es mentira. No me importa lo que cuente. A Imán le hizo mucha gracia. Espero que en el próximo invente cosas más originales.

¿El éxito ha dejado de ser esencial en tu vida?

Depende del tipo de éxito. El personal es realmente importante. Hay dos preguntas que siempre me he hecho y que me dan el sentido de la vida. Una es “¿Qué estoy haciendo aquí?” y la otra es “¿Cuándo voy a morir?” He ido asumiendo con el tiempo cuán mortal es el ser humano, lo frágil que es todo lo que nos rodea. Y eso me ha hecho volverme más en mi vida espiritual. Hay una analogía que me gusta: “La religión está hecha para gente que cree en el infierno. Espiritualmente, es para gente que ya ha estado ahí”.

¿Crees en Dios? ¿Tienes miedo a la muerte? ¿Qué opinas de la reencarnación?


Puede que haya una transformación de la energía, pero no me aferro a ello como esperanza de vida eterna. Prefiero vivir el momento. Más que miedo, siempre he tenido muy presente el hecho irreversible de la muerte. El otro día leí que un autor francés solía decir: “Hay un Dios, y no creo en él”. Es una frase a tener en cuenta por su rareza. Yo lo veo de otra forma. Creo en Dios, desde luego, pero lo más importante es que él cree en mí. 

domingo, 5 de febrero de 2017

Bowie se arrodilla y vuelve al rollo duro, entrevista Primera Línea Nº 52 Agosto 1989




David Bowie: "Nunca me han preocupado demasiado los fans.
Nunca me ha importando lo que la gente piense de mi o de lo que hago."


David Bowie: "No sabes lo bien que me sentí cuando terminamos el tour, 
en Nueva Zelanda y quemamos aquella gigantesca araña. La llevamos
a un descampado y le prendimos fuego. ¡Un verdadero alivio!"

"Me gustaría que oyeras las demos de "Tonight" y "Never let me down". Son
absolutamente diferentes comparadas con el resultado final. Deberías oír la
maqueta de "Loving the alien". Era maravillosa."

"En Low la música era casi terapéutica, expresaba mi estado emocional. Era como un
desecho de mi vida... nunca hablé de eso con la compañía de discos. 
Jamás se lo conté a nadie. Simplemente hice el álbum en ese estado."

"Me da mal rollo escuchar "Low". Me acuerdo de todo al instante."



Bowie: Vamos a seguir juntos durante algún tiempo. Queremos grabar un par de elepés más por lo menos. Además, mientras disfrutemos tocando juntos, ¿por qué no? tenemos muy claro que en el momento en que no nos divirtamos más lo dejaremos... Yo, por mi parte, estoy tan ilusionado con el proyecto que me gustaría empezar mañana mismo la grabación del próximo disco.

- ¿Y no son demasiados cambios ya? Tus fans deben estar más que desconcertados.

Bowie: Bah, Nunca me han preocupado demasiado los fans. Nunca me ha importado lo que la gente piense de mí o de lo que hago.

- Pero ésta es la primera vez que haces un grupo, ¿no? Es algo diferente...

Bowie: Sí, pero solo hasta cierto punto. desde luego, con Tin Machine me he lanzado a hacer algo que nunca había hecho. Porque cuando tocaba con los Spiders, se hacía lo que yo decía. Yo era joven. Iba a conquistar el mundo. A esa edad te crees capaz de todo... En cambio ahora, estoy en una banda en la que todos los miembros opinan y deciden. Eso ya es más complicado. (Ríe)

- ¿Qué sentiste al terminar de grabar el disco?

Bowie: ¡Estaba muy nervioso! Quería que funcionara. Tenía miedo de que las cosas no salieran bien...

- ¿Y si hubieran salido mal?

Bowie: No sé. Lo habría intentado olvidar de algún modo. Lo habría hecho por mi propia salud. mental. Verás, yo necesitaba hacer algo, volverme a apasionar con algo. No podía seguir así. Tenía que salir de la mierda fuese como fuese...

- ¿Tan mal estabas? ¿Lo dices por la gira del verano pasado?

Bowie: Sí, estaba todo el tiempo estresado. tenía que tomar una decisión a cada momento. era un espectáculo tan grande y tan poco manejable. Todo el mundo tenía siempre algún problema, y yo estaba sometido a una presión insoportable... Fue increíble. No sabes lo bien que me sentí cuando terminamos el tour, en Nueva Zelanda, y quemamos aquella gigantesca araña. La llevamos a un descampado y le prendimos fuego. ¡Un verdadero alivio!

- ¿Qué te parecen ahora tus anteriores discos? "Tonight" y "Never let me down" fueron un poco flojos, ¿no?

Bowie: Depende. Siempre he pensado que las canciones eran buenas, pero reconozco que todo se vino abajo por culpa de la producción. Realmente, nunca debí haberles dado un sonido tan pulcro, tan de estudio... Me gustaría que oyeras las "demos" de esos álbumes. Son totalmente diferentes comparadas con el resultado final... Deberías oír la maqueta de "Loving the alien". Era maravillosa. 

- ¿Qué me dices de las letras del nuevo elepé? Me parecen tremendas y muy fuertes...

Bowie: ¿Ah si? Bueno, quizás sea porque Reeves es muy extricto con eso. Busca a toda costa la espontaneidad, y no me dejó retocarlas. Por eso han quedado claras, tan directas...

- En "Pretty Thing" citas a Madonna...

Bowie: Eso fue de una noche que nos fuimos por ahí con Sean Penn, y nos contó unas cuantas cosas. Sabes a lo que me refiero, ¿verdad?

- Uhmmm

Bowie: Da igual, es una tontería. Estaba intentando acordarme de algo... En fin, de cualquier forma, es una canción muy tonta. 

- ¿Y qué hay de la versión del "Working class hero" de John Lennon? Fue idea tuya, claro...

Bowie: Sí, la verdad es que siempre ha sido una de mis canciones favoritas. me gusta mucho el primer álbum en solitario de Lennon. Tiene canciones muy buenas, y hay una honestidad tremenda en las letras; en esa en particular. Además, pensé que sonaría muy bien con unos arreglos de rock.

- Algunas partes del disco suenan un poco a la Velvet Underground. ¿Has estado escuchando sus discos últimamente?

Bowie: No, ya estoy muy viejo para eso. Además, aquello fue en el 71...

- De Lou Reed, ¿sabes algo? ¿Qué te parece su último disco "New York"?

Bowie: Siempre he pensado que Lou escribe mejor que yo. Es de esa clase de personas que se sienta y observa a la gente pasando a su alrededor, y toma notas. Es muy neoyorquino. Creo que podría haber sido un gran escritor de no haber sido músico. Escribiría sus pequeños ensayos, y los publicaría en el "New Yorker"... Es un periodista nato. Se ha convertido en una especie de Woody Allen musical, escritor, observador... Para mí todavía hay mucho simbolismo y mucha emoción en sus letras... Hay un par de estrofas en la letra de "Crack City" con mucha intención: "te enterrarán en terciopelo y te pondrán bajo tierra"). El canto fúnebre a la droga -y no se trata de una alusión a Lou porque él está limpio-, el sonido que uno asocia con ese particular estilo de vida se representa mucho más en los primeros Velvets. Y yo tengo la esperanza de haber denunciado eso en ese par de estrofas. 

- Ya que mencionamos las drogas, ¿has tomado alguna mientras grababas el disco?

Bowie: No, ya no tomo drogas. De hecho nadie en Tin Machine las toma. Todos tenemos una perspectiva a la que queremos hacer ahora con nuestras vidas. ¿Para qué vamos a perder el tiempo? Nos gusta lo que hacemos y queremos disfrutarlo como realmente es.

- O sea, todo lo contrario que "Low"

Bowie: O, por lo menos, algo diferente. Por aquella época yo era una persona completamente distinta. Había pasado mi mayor periodo de drogas, y Berlín fue mi manera de escapar de todo aquello y tratar de descubrir cómo se vive sin drogas. Es muy duro... Estás arriba y abajo todo el tiempo, vacilando constantemente. Por eso en "Low" la música es casi terapéutica, expresaba mi estado emocional. Era como un desecho de mi vida... Nunca hablé de eso con la compañía de discos. Jamás se lo conté a nadie. Simplemente hice el álbum en ese estado.

- ¿Por qué escogiste Berlín para desengancharte?

Bowie: Porque Jim (se refiere a Iggy Pop) y yo teníamos el mismo problema. Y sabíamos que esa es la clase de ciudad por la que puedes andar sin que la gente te pare por la calle. La gente allí es muy irónica, casi cínica. Y es un buen sitio para un examen de conciencia, para intentar descubrir qué es lo que quieres hacer realmente con tu vida.

- ¿Te da mal rollo escuchar ahora "Low"?

Bowie: Sí, me da. Me acuerdo de todo al instante. 

- ¿Sigues al tanto de lo que ocurre en el mundillo musical británico a pesar de no vivir ya en el Reino Unido? ¿Hay algo que te haya llamado la atención últimamente?

Bowie: Escucho un montón de cosas que vienen de allí, pero no he encontrado nada que me haya interesado realmente... Morrissey no está mal. Es un excelente letrista, uno de los mejores letristas salidos del Reino Unido en los últimos años. No le he visto nunca en directo, pero sus discos me encantan.

- Hablando de directos, ¿cómo se porta Tin Machine en concierto?

Bowie: Procuramos no tocar más que en pequeños teatros, crear una especie de intimidad con el espectador... Actuamos juntos por primera vez en el club de Nassau, donde estábamos grabando el elepé. Y ni siquiera nos anunciaron. Subimos al escenario, tocamos cuatro o cinco canciones, y al bajar era muy gracioso oír a la gente exclamando: "¡Es David Bowie!" No, no puede ser él. ¡Lleva barba!"

- ¿Te gusta el hardcore?

Bowie: Me encanta el trash y el speed metal. Claro que depende de los grupos... ¿Sabes?, estaba poniendo este disco en casa hace poco, y mi hijo, que tiene diecisiete años y escucha hardcore, me dijo: "¿Ese eres tú papá?". No se lo creía. 

- Para terminar, ¿qué significa para ti Tin Machine?

Bowie:  Es mi banda favorita. Me da todo lo que le pido a la música en estos momentos. Siendo de donde soy, estando donde estoy, a mi edad, Tin Machine es todo lo que necesito. Y ésta es la primera vez en mucho tiempo que soy capaz de decirlo.