Mojo - Paul Du Noyer , Julio de 2002
Con la sola excepción de Space Oddity (que en 1972 ya se había borrado de la memoria pública), la carrera de Bowie tardó años en entrar en calor. Cuando le llegó el éxito con Ziggy , ya llevaba ocho años haciendo discos sin un sitio en los rankings, como David Jones & The King Bees, Davy Jones, The Manish Boys, The Manish Boys, y, a partir de 1966 como David Bowie.
Bueno, tardé mucho tiempo en hacerlo bien. No sabía cómo componer una canción, no era particularmente bueno. Me esforcé en ser un buen compositor y me convertí en un buen compositor. Pero no tenía talento natural en absoluto. Me llevó mucho trabajo llegar a ser bueno. Y de la única forma que podía aprender era viendo cómo lo hacía otra gente. No era uno de esos tipos que ya bailaban en el útero como Marc -hace referencia a un verso de la canción de T.Rex, de Marc Bolan, “Cosmic Dancer”: “Yo ya bailaba cuando estaba dentro del útero”.
No bailaba, iba dando tumbos.
Incluso antes de repuntar alto con el primer single de de Ziggy, “Starman”, Bowie comenzó a dar forma a su agenda de 1972 gracias a una entrevista para Melody Maker en febrero de ese año, en la que declaraba que era gay. El gato de pronto era acorralado por las palomas.
¿Por qué lo dijiste?
Me pareció que podía quitarme mucha tensión de encima al “revelarme” a la prensa de esa manera, en circunstancias muy tempranas. De esa forma no iba a haber nadie que cayera de improviso diciendo -pone la voz vil de quien chismorrea un escándalo- : “Te diré algo que no sabes sobre David Bowie…”. No me iba a pasar nada de eso. Sabía que en algún momento iba a tener que decir algo sobre mi vida. Y, otra vez, Ziggy hacía que todo fuera más cómodo. Sentía la emoción de atravesar la edad de la exploración, que estaba pasando por eso. Reflejaba perfectamente mi estilo de vida en aquel entonces. Era exactamente lo que estaba sucediéndome. No había nada que yo no quisiera probar, explorar y ver si realmente era parte de mi psique o de mi naturaleza. Yo era terriblemente curioso en todos los sentidos, no solo culturalmente, también sexualmente. Y Dios, no existía nada que yo despreciara. Así que, aunque es una frase hecha, supongo, como un perro con un hueso, ¡terminé enterrándolo!
Pero parecía Ziggy bajo la influencia de muchas cosas, ¿verdad? Y un rayo en forma de flecha cruzándole la cara. ¿Ya estaba todo saliéndose de control? Bowie dice que no.
No, en realidad no. Eso sucedió después. Yo sabía simplemente que aquello había terminado. De algún modo pensé: “¿Cómo vas a sostener esto?”. Además me encontraba increíblemente vacío. El programa de giras en el que MainMan nos había metido era demencial. Sabes, lo extraordinario es que nunca tocamos en Europa. Solo abandonamos Inglaterra para ir a Estados Unidos y fuimos a Japón, pero eso fue todo. Y empezaba a echar de menos Europa.
Fue entonces cuando comencé a entrar en un periodo muy malo. De verdad, desembocó en eso. Mi adicción a las drogas comenzó a ser seria, supongo, hacia los últimos meses del periodo de Ziggy Stardust. No de una manera particularmente grave, pero lo suficiente para haber preocupado a algunas personas que estaban cerca de mí. Y luego, cuando nos metimos en ‘Diamond Dogs’, se me fue de las manos. Desde entonces en adelante fui una auténtica víctima. No he conocido a mucha gente que… Yo estaba en un estado muy grave. Basta con que mires algunas fotografías mías, no puedo creer que haya sobrevivido. Puedes verme en los Grammy, por ejemplo, con Lennon, me da escalofríos. Soy una calavera. No hay una onza de mí. Soy apenas un esqueleto.
Tengo una personalidad adictiva. Ahora lo tengo bastante claro. Y las drogas eran tan fácilmente accesibles y me mantenían en marcha, porque no las usaba para… No era en realidad un uso recreativo , yo no era un tipo de salir por la ciudad. Más bien se trataba de “vale, escribamos diez proyectos esta semana y hagamos cuatro o cinco esculturas”. Y me quedaba despierto las veinticuatro horas del día hasta que la mayor parte de mis proyectos estuviera completa. Simplemente me gustaba crear. Me encantaba estar inmerso en un momento creativo. Y había encontrado un amigo del alma en la droga, que me ayudó a llevar a cabo aquel momento creativo.
¿Te refieres a la cocaína?
Sí, a la cocaína. Bueno, a las anfetaminas también, en realidad. A la combinación. ¡Y parece que también había por allí muchos tranquilizantes para elefantes!
Siempre asomaba de su bolsillo la pequeña cajetilla de Gitanes.
Exacto. La función de los cigarrillos era escénica. ¡Pero me volví adicto a ellos! Fumo cuarenta por día.
Fue ese año, 1976, cuando Bowie se desvinculó de la vida de Los Ángeles que casi le había arruinado la salud y la estabilidad mental. Finalmente salió de gira por Europa y, con el tiempo, se instaló en Berlín. La misma atmósfera germánica que teñía algunas de sus más excéntricas entrevistas se oía, de manera constructiva, en su nueva música.
Tengo que darle a Kraftwerk el crédito que se merece. Tenía un disco importado de ‘Autobahn’ en Estados Unidos, probablemente del año mismo en que salió, 1974. Simplemente, me quedé enganchado a esa banda: “¿Quiénes son?, ¿Con quién están conectados?”.
Y así llegué a encontrarme con Tangerine Dream, Can y luego Neu!, y todo ese nuevo sonido que se hacía en Alemania. Pensé… guau, vi el futuro y sonaba así. Tenía muchas ganas de meterme en ello. Es interesante que cuando he vuelto a escuchar lo que Tony Visconti y yo hicimos en esos álbumes, Low y los demás, no hay tanta influencia del sonido alemán, en realidad, como se hubiera esperado.
Es aún un sonido muy orgánico, muy llevado por el blues. Estaba envuelto en atmósferas extraordinarias, en parte a causa de Eno, en gran medida por culpa de Tony mismo y por mi decisión de emplear sintetizadores viejos, bastante excéntricos, de algún modo vinculados a los Beatles. Pero la base rítmica en concreto no es la del sonido electrónico de metrónomos que estaban empleado los alemanes: eran Dennis Davis, George Murray y Carlos Alomar -parte del reparto de ‘Young Americans, de hecho-. Era otro híbrido que pensaba que podría ser fabuloso. Tomar lo que había encontrado en Estados Unidos, llevarlo a Europa y combinarlo con lo que estaba sucediendo sonoramente en Alemania, y ver simplemente qué sucedía.