Bowie: El hombre con más estilo del año. GQ - Dylan Jones - Octubre de 2000
Con su complexión escuálida, sus ojos desiguales y (durante mucho tiempo) sus dientes torcidos, David Bowie siempre fue lo contrario de un símbolo sexual. Sin embargo, no puede negarse que es guapo.
Es evidente que Bowie disfruta de ser una “cosita linda”. Se lo vio como un dandi desde que apareció en televisión siendo un chico moderno de diecisiete años que hablaba de los derechos de los varones de pelo largo. Su inclinación a emplear su nada desgarbado cuerpo como un lienzo le concedió la remanida, aunque certera, descripción de “camaleón del estilo”. Incluso en los días de su nadir ártico (Let’s Dance, Tin Machine), su apariencia aun valía un millón de dólares.
No nos impactaría demasiado, en consecuencia, que en el año 2000, incluso con Bowie cumpliendo cincuenta años, los lectores de la versión británica de GQ votaran or él como “el hombre con más estilo del año”. En agradecimiento, él fue el centro de atención de la revista. Curiosamente, hay pocas menciones a la moda en esta entrevista, pero hay en cambio un interesante repaso de su carrera y sus objetivos.
Ninguno, ni la nueva versión de Pin Ups, ni la “extravagancia” de reversionear Ziggy Stardust, mencionadas aquí, llegaron a ver la luz.
Bowie está de regreso y en un gran momento. No porque esté produciendo sus mejores discos en años, no porque se las haya arreglado para incumplir con las convenciones y defina Zeitgeist como solía hacerlo en los viejos tiempos, no por una cuestión de onda o por tonterías de internet. No, Bowie está de regreso porque se ha convertido en un centro de atención inmensamente importante. En estos días, los conciertos de Bowie son ni más ni menos que acontecimientos. Su aparición en el escenario piramidal de Glastonbury este año fue un retorno monumental de la mejor manera posible, solo comparable al regreso televisivo de Elvis en 1968. Interpretó una lista de grandes éxitos minuciosamente calibrada, que incluía “Under Pressure”, “Golden Years”, “The Man Who Sold the World”, “All the Young Dudes” y “Rebel Rebel”; Bowie tocó por primera vez en Glastonbury con el aire de una estrella en la flor de la vida.
Estaba bastante abrumado al ver tanta gente cantando las canciones. Y era un público muy joven, más joven que la mayoría de mis seguidores. Algunos de mis álbumes recientes han sido bien recibidos por la generación de los noventa, pero no conocían mi material anterior. Imagino que debe de ser una sorpresa escucharlo todo a la vez y pensar: “¿Pero él escribió eso?”. Lo sé porque, especialmente en Estados Unidos, cuando toco “The Man Who Sold the World”, una gran cantidad de chicos viene luego a decirme: “Qué bueno que estés haciendo una canción de Nirvana”. Y yo pienso: “¡Que te den por culo, imbécil!”.
Quedan algunos conciertos de Bowie por delante y él quiere que sean memorables. Si con el paso de los años, los Rolling Stones empezaron a formar parte de la colección musical del mundo entero, eso parecería un ejercicio superficial para una banda y para un público que son similares. Pero con Bowie tienes la sensación de estar viendo a un nuevo Sinatra.
Si bien Sinatra no hizo un solo disco clásico en los últimos veinte años de su vida, sus conciertos eran como convenciones religiosas, cargados de recuerdos. Elvis Presley estuvo allí a su manera para recoger el guante de Sinatra, pero cometió el error no solo de incursionar en el cabaret, sino además de terminar muerto. Bowie no hizo ninguna de las dos cosas y podemos apostar con seguridad a que sus discos serán mejores que los de Sinatra o los de Presley en sus últimos días.
Desde luego, Bowie no tiene la jactancia del muchacho de bar de Sinatra. Es un alcohólico reformado, así que no se acompañará en escena de un vaso de Bourbon, aunque su consumo de cigarrillos le haya hecho ganar el apodo de “Ciggie Stardust”. El tabaco ciertamente ayudó a sus cuerdas vocales. Su voz mejora todo el tiempo, y se puso tan profunda y melosa que Bowie está convirtiéndose en algo así como un crooner en estado avanzado. Ocultó de muchas maneras su técnica vocal a lo largo de los años y ahora esta técnica, el rico tono de barítono que usa en “Wild Is the Wind”, “Heroes” y “Absolute Beginners”, compuesto por esa cadencia mockney, que insiste en intercambiar las vocales (day por die, etc.), se volvió marca registrada.
Creo que tengo más control sobre mi voz ahora -dice-. Durante años he sentido que tenía la suerte de poder llevar adelante una canción, y fue un instrumento útil para hacer esos discos, pero nunca pensé en mí mismo como cantante. En realidad, estoy pensando en lo que me gustaría hacer como cantante. No llegué a ninguna conclusión aún. Creo que el álbum que voy a grabar a finales de año será un vehículo para mi voz.
Es todavía un modelo influyente para la moda también; por eso, los lectores de GQ lo votaron como el hombre con más estilo del año.
Este año, el acontecimiento más significativo de su vida fue la llegada de su hija. Tan embelesado y entusiasmado está, que tiene la intención de mudarse a Gran Bretaña con toda la familia. “De ninguna manera voy a llevar a mi hija a Estados Unidos. En absoluto. Volveremos a Londres, sin duda. Eso es, querida, ¡más vale que volamos al hogar inglés!”.
El resto del año será frenético. Primero, va a grabar su propia versión de Pin Ups, recuperando alrededor de una docena de canciones muy oscuras, muy viejas y, en algunos casos, realmente pasadas de moda, para volver a grabarlas. Los puntos álgidos incluyen una nueva versión del primer single que lanzó como David Bowie -Can’t Help Thinking about Me”, de 1965 - al igual que “I Did Everything” y “The London Boys”, del mismo periodo. “Muchas son muy cursis -comenta-. Le dije a Goldie que debíamos hacer una versión en clave dura and bass de “The Laughing Gnome”, pero él no parecía tener ganas.” Después, vendrá Bowie at the Beeb, un CD doble con material grabado en la BBC entre 1967 y 1972. El álbum estará acompañado por un DVD con su actuación en el estudio Portland Place de la BBC este verano.
Luego será nuevamente hora de Ziggy y el muy rumoreado retorno de Bowie a los días de gloria de los Spider from Mars. Cuando prohibió a los productores de Velvet Goldmine usar cualquier canción del periodo de Ziggy, les dijo que estaba preparando su propia extravagancia sobre el glam rock, y es esta. No se vestirá, sin embargo, con trajes ajustados o botas de plataforma. “No será así, dejémoslo claro. ¡Ya no, amigo! ¡No podría ni siquiera ser el padre de Ziggy!”.
Bowie tampoco está escribiendo canciones nuevas para el proyecto de Ziggy. “Saqué un buen puñado de material sobrante que no usamos en aquel momento. Algunas cosas solo duran treinta segundos, pero voy a extenderlas. Pensé: “Vale, ¿esto es basura y por esa razón nunca salió en aquel momento, o estaría bien que hiciese algo con ello?”. De modo que recuperé esos seis temas, los disgregué y los convertí en canciones que apoyen el original. Una de ellas se llama “Black Hole Kids” y es fascinante.”
Encontró este material languideciendo dentro de una de las muchas cajas de archivo que guarda en su casa de Suiza. Tiene más de ochocientos casetes con grabaciones, incluidas cientos de conversaciones con gente increíblemente famosa y cientos de grabaciones de conciertos (“encontré prácticamente todas las grabaciones de la mesa de sonido de las giras de 1974, 1976 y 1978, ¡todas y cada una de ellas!), improvisaciones con superestrellas, como los Stooges y los Stones, y alguna que otra cosa que no quisiera comentar (incluyendo una visita a Iggy Pop en el hospital de Los Ángeles).La mayoría fue registrado durante el infame periodo “waholiano” de Bowie, cuando grababa y registraba con una vieja sesión de sexo. En una de las grabaciones más curiosas participa Ronnie Wood, de los Rolling Stones, que visita a Bowie en Los Ángeles. El dúo está sentado en una sala de estar, tocando “Golden Years” distraídamente, mientras, de tanto en tanto, Ronnie se detiene para aspirar enormes rayas… “Es hilarante -dice Bowie-. Muy rock and roll.”
Ciggie Stardust es reservado respecto a estos días en los que su única adicción son sus adorados marlboros. Cuanto más envejece, más digno se pone, incluso negándose a aceptarlo. “Mi carrera se benefició mucho más de los errores que de los aciertos. ¡Siempre aprendo algo de las cagadas! Yo mismo las veo como resbalones. Me dejo llevar por oleadas de entusiasmo. Toda mi vida fue así. Si se me presenta algo que me fascina, en tres horas me vuelvo un experto a nivel mundial.”
¿Cómo se siente con su etiqueta de “nuevo Sinatra”? ¿Puede llevarla colgada con facilidad?
Oh, ¡a él no le habría gustado nada! La hija de Sinatra, Nancy, una vez me sugirió estúpidamente que hiciera de Frank en una película. Dios, él lo habría odiado. “¡No quiero que un maricón haga de mí!” Le asustaba absolutamente que yo fuera tomado en serio. Odiaba el pelo largo, ¡odiaba todo lo inglés! Me identifico con Sinatra en que salgo de gira cada vez menos. Ya no voy de gira solo por el placer de hacerlo. Si me ves en directo ahora es porque quiero estar ahí. No necesito hacerlo por dinero. Y sé que la gente se siente así cuando viene a verme. Acaso no les guste el material, pero dirán: “Mierda… Sigue moviéndose, ¿verdad?” Es que yo soy así. Me encanta.
Las giras tienen una carga muy significativa, tanto para el público como para mí. Hace diez años decía que no quería cantar mis grandes éxitos nuevamente, pero ahora tengo cincuenta y tres, y he cambiado. Nunca fui la clase de persona que quiere ser guiada en todo lo que hace, ya se trate de una relación o de una actuación en el escenario. Y si no hay un entusiasmo real, tiendo a apartarme. Me alejé de mis viejas canciones durante años porque había estado tocándolas tanto tiempo que no encontraba que tuvieran sentido para mí. Pero he cambiado. Fui a ver a Wire la otra semana y ¡no cantaron una sola canción suya que me gustase! ¡Ni una! ¡Si hubiera pagado, me habría enfadado mucho!
Comencé a incluir viejas canciones en un concierto de 1997, cuando estábamos haciendo el circuito de festivales. Con los festivales tienes que asumir que no todos los que están ahí han ido a verte. Estás obligado a pensar: “Mierda, ¡más vale que les dé algo que conozcan!”. Entonces tocaba algunas canciones de ‘Scary Monster’, ‘Low’ y ‘Heroes’ e incluía temas como ‘Fame’ y ‘Under Pressure’, que es una canción irresistible en un festival por la asociación que tiene con Freddie Mercury. A sabiendas de que este año iba a estar en Glastonbury, pensé: “Simplemente iré. No tengo nada que vender, ningún álbum nuevo. Les daré lo que quieren.” Aunque haya cosa como ‘Young Americans’ y ‘Space Oddity’ que no voy a hacer. Cuando sienta que he abandonado esas canciones lo suficiente, quizá vuelva a cantarlas.
Excelente estos aportes amigo!
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