sábado, 14 de noviembre de 2020

Un día perfecto - Mikel Jollett , julio agosto de 2003, Filter (Estados Unidos)




No hay nada peor que hacerle escuchar a alguien tu propio álbum y que termine odiándolo. Me ha pasado ya. Pienso: “¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué estoy escuchando esto? Tengo que volver a mezclarlo completamente”. 



Trato de hacerle una pregunta sobre su interpretación de Andy Warhol en la película Basquiat, pero interrumpe la entrevista, como es su costumbre, bastante súbitamente, diciendo: “No puedo creer que esté sentado aquí haciendo una entrevista sin ningún producto en el pelo”. Lanza una carcajada. Parecía que Bowie conocía bien los chistes de Bowie. Es inseguro y busca aprobación, deseoso de que uno forme parte del placer de estar a su alrededor. Me siento un cretino. Trato de consolarlo diciéndole: “No te ves bien”. “Vaya, odio mi pelo. Tengo un pelo que, si no le pones media libra de grasa, simplemente se ve horrible.”


Lo cual nos lleva naturalmente a una breve charla sobre Andy Warhol. Otro artista monumentalmente influyente:


Como todo el mundo, yo nunca llegué a conocerlo. Quiero decir, ¿qué había que conocer? Con Andy era muy, muy difícil. Hasta el día de hoy, no sé si había algo bullendo en su cabeza. Aparte de los comentarios superficiales que te soltaba. Quizá era así como escondía algo más profundo, pero no lo sé, en realidad. Quizá fuera que era una de esas reinas sagaces que entendía el ‘Zeitgeist”, pero no de una manera cerebral. Todo lo que decía eran cosas como -entona una voz cansina y mortuoria de reinona-: “Guau, ¿viste quién está aquí?”. Pero nunca iba más allá de eso -nuevamente con voz cansina- : “Vaya, ella se ve genial. ¿Cuántos años tiene ahora?”. Lou -Reed- sí conocía a Andy, desde luego, mucho mejor que yo. Y él siempre dice que había muchas cosas bullendo en su cabeza. Pero yo nunca las vi. 




‘Velvet Goldmine’ fue eso. Se suponía que ese tipo que sale en la película era yo, aparentemente. Te diré algo -su voz cae una octava hasta el tono en el que uno se apoya para revelar algo- : a mí me pareció tan carismático como un vaso de agua. Yo creía claramente que tenía más chispa que eso.Ese tipo era más Warhol que yo haciendo de Warhol. Era un chico apuesto además, y pensé, “vaya, gracias”, pero obviamente no se habían fijado en cómo tenía yo los dientes entonces. 


La cuestión es que la película es resultado de una perspectiva netamente norteamericana. Y el glam nunca sucedió en Estados Unidos. Fue una cosa intrínsecamente británica. Tienes que entender la idea de que había albañiles y gente así que, un buen día, de pronto, empezaba a maquillarse. Fue así de raro. 


La cuestión, desde luego, es que aquello solo duró un año y medio. De principio a fin. Todo el movimiento. Todos nos apartamos de ello, tanto Roxy Music como yo nos apartamos. Desde luego vinieron los advenedizos, los Jerry Glitters y todo eso. Eran horribles de todos modos. No nos gustaban. Éramos muy esnobs al respecto. Fuimos solo tres: T. Rex, Roxy y yo. Eso es todo. Esa fue toda la escuela del glam rock. Ni siquiera fue un movimiento. 


Mi acervo de referencias era tan diverso que lo que sacaba estaba teñido de cosas muy extrañas. Esa suerte de facilidad que tuve me ayudó a entender la música. Nunca dejo nada de lado… salvo el country y el western, desde luego. Es cierto, ¿verdad? Mierda, ¿no odias esa maldita música? Es espantosa. No puedo soportarla. Y Estados Unidos me encanta. Me encanta todo lo que sale de allí. Pero eso… nunca lo entendía. Cuando Mick Jagger me dijo: “Oh, me encanta”, yo le respondí: “¿Qué le ves de bueno?”. Todos esos provincianos… Oh, debería cerrar la boca. 


Etiquetémoslo como posmodernidad. Es casi como el gato contrapuesto a las palomas. Cuando Nietzsche dijo: “Dios ha muerto”, aquello realmente perturbó el siglo XX. Y cuando lo dijo, lo desbarató todo, filosófica y espiritualmente. Y creo que cuando los posmodernos, a principios de los sesenta, hicieron circular la idea de que no volveríamos a concebir nada nuevo, también desbarataron las cosas. Es algo que se filtra. Esa idea se volvió definitivamente parte de nuestro pensamiento. Y sabes, empiezas a preguntarte. Radiohead, por ejemplo, con todo lo que me gustan, ¿no es básicamente una suerte de Aphex Twin con un ritmo sincopado? Quiero decir, ¿hasta qué punto es eso nuevo? E, ¿importa eso ya? Me lo pregunto. ¿No deberíamos ser más aplicados y pensar que el original lo es todo y el fin de todo? Nuestra cultura trata de montar algo…, es estilo, no moda. Yo soy muy enfático en ese sentido. El estilo es la forma en que montamos nuestra cultura. Es la razón por la que elegimos una silla. La elegimos porque se ve de una determinada manera. ¿Para qué nos molestamos? ¿Para qué tomamos decisiones sobre una silla? Necesitamos hacerlo para, de algún modo, afirmar mucho sobre nosotros mismos. 


Creo que ahora no tenemos un dios. No tenemos confianza en ningún tipo de política. Estamos completa y totalmente a la deriva en materia filosófica. Y no creo que queramos cosas nuevas. Creo que estamos mendigando las cosas que conocemos para ver si podemos mantener algún tipo de civilización que nos ayude a perdurar y sobrevivir en un futuro. No necesitamos novedades. Estamos jodidos. Ya tenemos bastante de lo nuevo. ¡Suficiente! Este es el momento, recordadlo. Nos sentiremos muy satisfechos cuando seamos capaces de aceptar que la vida es caos. Creo que hace diez o quince años ese era un pensamiento horrendo. Pero estamos empezando a sentirnos más cómodos con la idea de que la vida es caos y que es tan simple como eso: caos. No hay estructura. No hay plan. No estamos evolucionando. Tenemos que sacar lo mejor que tenemos. Y podemos ser felices en el caos; creo que deberíamos establecerlo como estilo de vida para estar más satisfechos. 


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