viernes, 24 de marzo de 2023

Entrevista a David Bowie El País - Tentaciones 29 de septiembre de 1995






 El mutante ha vuelto. De la mano de Brian Eno, David Bowie inicia con 'Outside', su nuevo disco, un viaje musical que concluye en el año 2000. 'Tentaciones' visitó su nave.


Texto: Alfonso Rivera (Londres) Fotografia: Enrique Badulescu


¨Los noventa son mi tiempo"


De no existir la ambigüedad, David Bowie la habría inventado. Nada nuevo a estas alturas de su extensa carrera: 30 años. Aunque ya no luce monos de poliuretano ni maquillaje línea Kimera, sino una perilla rubia y camiseta de rayas ajustada -que no consigue disimular la única zona de su anatomía donde sobra carne: las caderas-, sigue mezclando con armonía los modales de un gentleman con los de una delicada geisha.


Éstas son sólo algunas de sus virtudes. Por no mencionar su modulada voz, su mirada bicolor y ese poderoso aplomo, fruto de la experiencia de años en la carretera, en círculos intelectuales y en ambientes alternativos, que desprende su imagen de monstruo de la cultura pop. A sus 48 espléndidos años, continúa seduciendo con cada palabra, con cada movimiento de su mano, con un simple pestañeo. Y él lo sabe mejor que nadie.


Bowie ha vuelto a grabar un disco junto a Brian Eno, después de 16 años sin colaborar juntos. Lo ha llamado Outside, un racimo de poemas inquietantes con un personaje ficticio, Nathan Adler, como hilo conductor. Para presentarlo, Bowie recibió a la prensa en un lujoso y céntrico hotel londinense. En una suite convertida en santuario de luz tenue, los collages que este artista multimedia, mil-y-una-caras y polisexual ha creado para la carpeta de su nuevo disco le rodean, colocados en caballetes. Y Bowie rezuma el optimismo de quienes pisan fuerte, en éste y otros planetas.


Bowie ha colocado junto a una de sus creaciones, en la que aparece con som- brero en medio de una ciudad, el ejemplar de Tentaciones cuya portada ocupaba Antón Reixa mirando a través de una lupa que distorsionaba su ojo. Compara las imágenes y disfruta de la coincidencia. Piropea a su admirado Miquel Barceló, corre en busca de una revista donde aparece caracterizado de Andy Warhol (para su última película) y se sienta en un sofá rosa con las piernas cruzadas como una secretaria del Un, dos, tres. Sus carcajadas salen de su boca cual grito hipohuracanado para aliñar sus divinas palabras. 


-¿Por qué ha tardado tanto tiempo en volver a ponerse delante de un micrófono?


 Lo pasé mal en los años ochenta, por indiferencia. Odio aquellos años... Me parece tan débil esa época. Brian [Eno] piensa lo mismo. Nos separamos a fina- les de los setenta amigablemente. Yo me fui a Nueva York para hacer El hombre elefante y él comenzó a dar conferencias en academias de arte, en Alemania. Se convirtió en profesor y yo hacía de actor. Luego conseguí el ridículo éxito del álbum Let's dance y esas tonterías, y me encontré en una corriente en la que no me sentía a gusto. Brian se fue entonces a Malaisia para instalar videomontajes en museos. Estábamos desilusionados con la música pop. Somos muy competitivos y no había nada en esos tiempos para competir: no me importaba lo que Kylie Minogue estaba haciendo [risas]. No era algo que me hiciera pensar: "iDios! Yo puedo hacerlo mejor!". ¡Era todo tan flojo! [risas]. Y me quedé varado en una playa de indiferencia. Empecé a pintar mucho, volví a las artes visuales y otra vez a la vida musical a finales de los ochenta, con Tin Machine. Entonces sentí que las cosas empezaban a ser interesantes, vigorosas, con grupos como Sonic Youth, Pixies ... Había futuro en la música pop después de todo.



- ¿Todavia trabaja con Tin Machine?


¡No, no! Pobres cabrones, se han vuelto mohosos. Creo que Neil Young está con ellos ahora (risas). Han disuelto el grupo. Reeves Gabrels, el guitarrista, todavía trabaja conmigo, es sensacional.



- ¿Cómo se adapta un artista a las nuevas corrientes sin traicionar su esencia?


Los noventa son mi tiempo, más que los ochenta. Me siento en mi lugar. Es un tiempo de fragmentación y caos. Lo que yo hacía corresponde más a los noventa. William Burroughs parecía adelantado a su tiempo. Burroughs no suena excéntri- co ahora, es como si escribiera sobre los noventa mejor que nadie. Y, sin modes- tia, Brian y yo sentíamos lo mismo. Sabíamos que llegaría la época del caos. Me sentí tan contento al entrar en los noventa... y las cosas cambian. Por ejemplo, al leer entrevistas con Nine Inch Nails, Smashing Pumpkins o Nirvana, que hicieron una versión de mi canción The man who sold the world, nos dimos cuenta de que los nuevos grupos en Norteamérica habían escuchado nuestra música y ahora forma parte de su vocabulario. Sabíamos que éramos importantes en Europa (risas), pero nunca pensamos que compartíamos algo con los Bob Dylan, Bruce Springsteen y todo lo norteamericano. Aquel país era otro planeta para nosotros y siempre me sentí allí como el inglés excéntrico que la gente iba a ver como a una curiosidad. Pero esta nueva cosecha de músicos es diferente. Han unido nuestra música a la suya y forma parte de su lenguaje.


- ¿Cómo ha sido lo de volver con Eno? 


Con Brian suelo hacer diez cosas a la vez. Cuando nos reunimos, él estaba trabajando en War child, un centro de terapia musical que él y su mujer, Anthea, quieren construir en Bosnia. Consiste en crear música terapéutica para los niños. Para conseguir dinero organizamos un desfile de moda donde conseguimos que estrellas del rock hicieran el diseño de la ropa. Hacemos cosas así mientras escribimos.  Un día, por ejemplo, decidimos ir a Austria a convivir una semana en un manicomio porque oímos hablar de ello.


- ¿Cómo fue la experiencia? 


Muy estimulante. Se trata de un experimento de unos doctores que se dieron cuenta de que algunos de sus pacientes estaban capacitados para el arte y eran muy hábiles pintando sus pensamientos. Dedicaron un ala del hospital a esta gente. El manicomio se llama Gooking Mental Hospital. Estos pacientes eran alentados a pintar y hacer escultura, con toda libertad. Es increíble la materia que sale de allí. Pintan las paredes, y el edificio es una llama multicolor. Es espeluznante, porque no tienen ninguna cohibición acerca de su sexualidad o de la violencia de sus pensamientos. Como no saben que alguien va a juzgar su trabajo, pintan como si se tratara de una conversación interior. No tienen que dar explicaciones. No deciden si son cubistas o surrealistas, no les importa, esos parámetros no existen para ellos. La experiencia estimuló nuestro trabajo.


- Entonces, después de esta experiencia en el manicomio, ¿le importa menos lo que la gente diga sobre su trabajo?


Claro que me importa, porque no estoy loco [risas] y sé que la gente va a juzgar. Pero no soy consciente de ello cuando trabajo. No lo hago bajo esa presión. Queríamos a toda costa que este álbum no tuviera un estilo musical uniforme. Es ecléctico, recoge cosas de distintas partes porque mi realidad es fragmentada. La idea del absoluto es un modo anticuado de razonamiento filosofal. La idea de un dios, un sólo sistema político o una forma de arte nunca han tenido sentido para mí. Yo crecí pluralista, en los setenta era ambivalente ante todo: sobre la sexualidad, el arte o la música. Siempre tuve más de una opinión sobre un tema.


- ¿Cuál es el adjetivo que mejor define su nuevo trabajo, 'Outside'?


Posmoderno. La idea inicial era crear un diario de textura musical. Una vez hecho, Brian y yo quisimos seguir trabajando con este diario: lo haremos hasta el año 2000.


- 'Outside' tiene poco de convencional. ¿No cree que, una vez más en su carrera, se está adelantando al tiempo? 


Estoy al lado, no delante.


- Pero, ¿cree que será un disco entendido al ciento por ciento?


No es mi problema. A Brian y a mí nos gusta comer de la periferia, en lugar de frecuentar la corriente principal, en donde todo está ya conocido. Preferimos morder trozos de fuera, y ésa es una de las razones por las que el álbum se llama Outside. Además, cuando una expresión o idea, en cualquier forma de arte, es ya conocida, deja de tener resonancia. Se convierte en repetición. En la cultura popular es mucho más interesante seguir reinventando.


- Hay mucho pesimismo en los poemas/canciones de 'Outside'. ¿Es un reflejo de sus actuales sentimientos?


No. Es más ansia que pesimismo, pero espero que en el quinto álbum salga algo positivo. La línea narrativa es como la vida. Todo es confuso desde el momento en que te levantas. Siempre ocurre algo que no esperabas. Y mis canciones hacen lo mismo.


- ¿Cómo fue la experiencia de dar vida cinematográfica a Andy Warhol [en la película de Julian Schnabel basada en la vida del artista Jean-Michel Basquiat]?


Pues lo hice. La película está terminada. Tengo una foto muy buena [muestra una instantánea que le hizo Imán, sn mujer, publicada en la revista Interview]. "Esto es mi Andy, ja, ja”.


- Pero, ¿fue divertido darle vida? 


Bueno, no estuvo mal... Diez días en el set fueron suficientes para mí. Odio actuar, es muy aburrido. Y aún más aburrido cuando haces el papel de Warhol.


- ¿Por qué?


Porque no hay mucho que hacer. ¿Conoces la broma de Lou Reed sobre Andy Warhol? Lou Reed quiere fabricar un muñeco Andy Warhol: cuando le das cuerda, no hace nada, ja, ja, ja. Andy era un personaje que asimilaba todo lo que había a su alrededor, pero no participaba, era pasivo. Entonces, interpretas un personaje pasivo y eso es frustrante para mí, porque soy muy activo.


- Warhol dijo que usted era el prototipo del mito bisexual.


¿Lo dijo? ¿qué quiso decir? ¡Bueno! No sabía que dijo eso. iDios! Es estupendo ¡Guau, suena nuevo! ¡Guau!


- ¿Qué piensa de algo así en estos tiempos temerosos del sida?


Parece que los americanos están aceptando ahora la bisexualidad, Es lo más chic allí. Hay muchos artículos sobre ello en revistas como Harper's bazaar. Están descubriendo la bisexualidad ahora. Tal vez yo me adelanté 20 años.


- ¿Le gusta la nueva generación de músicos?


 Es muy estimulante. Si preguntas a los jóvenes con qué se quedarían de la música de los ochenta, pensarán: "Bueno, ¿qué tenemos?" Paula Abdul, Kylie Minogue”. Y dirán: “Es de broma, no hay música". Pero ahora, si preguntas lo mismo, tendrán una larga lista. En Inglaterra tenemos gente muy buena, como Tricky. Son fantásticos. Su música es ecléctica, usan muestras de todas partes y no se parece a nada. Su álbum es el mejor de este año, sin duda.


- ¿Conoce las inquietudes de los veinteañeros de ahora?


Tengo un hijo, Ziggy, de 24 años, y sé de ello. Me fastidia que la gente crea que los jóvenes son indiferentes o aletargados. Es un período de adaptación, ya que tienen que ajustarse a un mundo muy caótico y duro. Tengo confianza en los jóvenes: van a hacer tan buen trabajo como nosotros, o mejor. Pero con una actitud diferente, porque tienen la capacidad de procesar ideas e información rápidamente. Mi generación tiende a buscar la profundidad en las cosas y no creo que la idea de profundidad sea importante para los jóvenes. Para ellos, las cosas pasan deprisa, las ideas se vuelven anticuadas rápidamente.


- ¿Piensa en la retirada?


¿Por qué? ¿por qué iba a querer hacer eso? Es como decir: me voy a cortar las piernas porque no creo que quiera andar más. No puedo imaginarme haciendo otra cosa, Bueno, si tuviera que cantar mis éxitos el resto de mi vida, entonces sí me retiraría.


- ¿Tiene algún proyecto cinematográfico en cartera?


No, gracias a Dios. Me aburro mucho. ¡No hay nada que hacer entre tomas! No creo que vuelva a hacer otra película pronto. Una al año es suficiente. Sólo tengo planeada mi gira, ensayar en Nueva York y tocar por EE UU y Canadá, junto a Nine Inch Nails.


- ¿Tocará en Europa?


Depende de cómo se sienta Trent [Reznor, líder de Nine Inch Nails] después de la gira americana. Oyó que me iba de gira y pensamos que sería divertido hacerlo juntos. Pero con esto hará un año y medio que él lleva en la carretera. No sé si podrá continuar. Yo, después, iré a Suramérica, Extremo Oriente, Australia, Nueva Zelanda y volveré a Europa en primavera, cuando haga mejor tiempo.


- ¿Apostará su nuevo espectáculo por el 'show' multimedia, tan de moda ahora?


No, es muy simple, muy directo y espartano. Se apoyará en las canciones. Evitaré los grandes efectos. Haré uno multimedia cuando terminemos los cinco álbumes, en el año 2000. Trabajo con el director Robert Wilson para hacer una obra de teatro monumental con los cinco álbumes, ¡Durará 18 horas y tendrás que traer tu comida! 



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