martes, 31 de marzo de 2020

New Musical Express, Steven Wells, 25 noviembre de 1995



Le pregunto si ayer vio el documental en la tele sobre The Small Faces, y si no es raro que esos tipos, que solían ser criaturas delgaditas y sensuales, ahora estén todos regordetes, arrugados y viejos, pero tú, señor Dorian Gray, te ves aun cool, delgado y sexi. Le pregunto si cree que habría tenido la mitad de éxito en el Olimpo del Rock de los Pervertidos si hubiera sido un poco gordo y con cara de hámster como moi, me mira y me dice: “¡Ja! ¡Sueño con ser regordete!”. Y no solo eso, sino que con gusto cambiara su cuerpo por el mío el día que la tecnología lo haga posible. Cool!

Fuma Marlboro Lights como una chimenea

Estaba fumando treina marlboros rojos al día ay luego me pasé a los lights, y ahora estoy fumando sesenta al día. ¡Es ridículo! Se supone que voy a dejar de fumar pronto por completo, pero no puedo…

¿Te preocupa la mortalidad? Cada vez que enciendes un cigarrillo, ¿te imaginas pudriéndote en una sala de enfermos de cáncer? 

No. Me encanta la muerte. Cuanta más muerte mejor. Creo que es algo bueno. ¡Ja, ja, ja!

¿Has leído “Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo”, de Allen Carr?

¡Oh, sí! Leí el libro, escuché las cintas. ¡Puse de mi parte! ¡Fui a un -shhhh- “hipnotizador de renombre” Fue vergonzoso. Pasados veinte minutos no estaba ni cerca de quedarme dormido. Solo le escuchaba hablando sin cesar y me dolía mucho el culo. Quiero decir, me dolía muchísimo el culo, pero no me atrevía a moverme, porque podría avergonzarnos a los dos, porque yo fingía estar hipnotizado. No podía decirle: “Disculpe, ¿le molesta que mueva el culo de lugar?”. 

Bowie se retiró a Berlín, con el igualmente demencial Iggy Pop.

Comencé a hacer amigos por primera vez. Sé que suena extraño, pero no tenía mucha gente a la que enfrentarme y decirle: “Mi vida no es como la tuya”. No conocía a nadie, de verdad. Iggy era una de las pocas personas que conocía, pero apenas. Aún somos muy cordiales el uno con el otro y tenemos esa especia de cuidado entre nosotros. En el mejor de los casos, el vínculo que tenemos es débil. No podría decir que fuéramos amigos del alma…

¿Alguna vez te miras al espejo y piensas: “Carajo… ¡es David Bowie!”?

¡Ja! Hace mucho que no hago eso. Creo que lo más cerca que he estado fue tratar de emocionarme conmigo mismo. Decirme a mí mismo que soy muy bueno. Siempre he tenido un problema al respecto. 

¿Por tu falta de confianza?

Sí, es terrible. Tiempo atrás era muy importante para mí creer que era muy, muy grande en lo que que hacía, ehhh…

¿Pese al hecho de que todos querían lamerte el culo?

Sí, sí. No me creía todo aquello. No. Siempre tuve un problema grave con mi valor como artista e, imagino, con mi valor como persona también. Una autoestima terriblemente baja. De verdad, diabólicamente baja. No lo creerías. 

El periodo de Tin Machine debe haber sido duro, porque no hubo Dios a quien le gustara aquello.

No. Sí, sí. Eh…, realidad yo disfruté muchísimo. Me encantaba. Me encantó la confusión que produjo. ¡Ja, ja! El hecho de que podía causar tamaña hostilidad. He tenido mucho suerte de no resultarle indiferente a nadie. La única vez que sentí algo diferente fue a mediados de los ochenta, cuando hice esos “álbumes indiferentes”, y sentí lo que era ser mediocre, ¿sabes? De hecho, lo irónico es que tanto “Tonight” y, mmm, el otro, no puedo recordar cómo se llamaba, eh…, “Never Let Me Down”, los dos me enseñaron una nueva lección, y es que la mierda vende. ¡Ja, ja, ja! ¡Canciones de mierda, realmente horribles!

Tin Machine, ¿te quitó de un plumazo esa cosa vergonzosa de ser una estrella de rock de mediana edad?

Te diré algo. Hazme un favor. Al volver a casa, pasa por la tienda de discos, compra una copia del álbum “Tin Machine” y escucha una canción que se llama “I Can’t Read”. Escucha esa, ¿quieres? No te pido que escuches el resto, solo escucha esa canción en particular, porque creo que es una de las mejores que haya escrito jamás. ¡De verdad!

Estuve rastreando viejos ejemplares de New Musical Express buscando un artículo y me encontré con uno sobre “lo chic que es ser nazi”, ilustrado con una foto tuya en Victoria Station, haciendo el saludo nazi con una chaqueta de cuero.

En realidad, era una chaqueta de lana.

Te disculpé unas cien veces por ese incidente, pero ahora sales de gira con Morrissey, un artista que también ha sido llevado a la hoguera supuestamente por coquetear con una imaginería sórdida de derechas, y que increíblemente, nunca sintió la necesidad de disculparse o incluso de explicar sus actos. ¿Cómo te sientes al respecto?

La verdad es que no sé cuál es su rollo. No estoy familiarizado con lo que ha estado diciendo. De hecho, esa fue una de las cosas de las que quisiera hablar con él. Cuéntamelo tú.

Así que se lo cuento. Le cuento a señor Bowie que lo que de verdad molestó a la gente fue la elección del momento oportuno, cuando Morrissey, en lo que parecía ser un ataque de arrogante rencor artístico, ignoró todas las críticas y negó la necesidad de tener que explicar sus actos en un momento en el que estaban lanzando bombas incendiarias a los trabajadores inmigrantes turcos en Alemania, en el que un partido abiertamente nazi ganaba un escaño en el consejo de Bermondsey, y en el que los “nuevos nazis se jactaban y se sentían lo bastante confiados para comenzar a deambular por las calles buscando negros y asiáticos para desfigurarlos y asesinarlos. El paralelismo con el coqueteo con el fascismo de Bowie en 1976, en un momento en el que el Frente Nacional Nazi (predecesor del Partido Nacional Británico) cosecha los frutos de un ascenso de popularidad real y terrorífica, era obvio. 

Vaya, puedes ser muy espeso cuando quieres. Yo tenía esta obsesión morbosa por lo que se entiende como ‘misticismo’ del Tercer Reich. Las historias de las SS que venían a Inglaterra en búsqueda del santo grial, ese era el aspecto que en verdad me atraía en el estado drogado y enfermizo en que me encontraba. Aunque ahora parezca absurdo, simplemente no se me ocurrió que lo que estaba haciendo tuviera alguna relevancia. Mi interés predominante estaba en la cábala y el crowleyismo  (por Aleister Crowley). Todo oscuro, un tanto escalofriante y apocalíptico del lado equivocado del cerebro. 

¿Crees que esa cuestión del magick tiene la capacidad de afectar el mundo físico?

No, creo que esas cosas se convierten simplemente en sostenes simbólicos de lo negativo. Yo me encontraba en un estado de ánimo muy adolescente, incluso cuando ya no lo era. Las drogas prolongaron el estado de la adolescencia. O pueden prolongarlo en cualquier caso; a mí ciertamente, me lo prolongaron.

Tus entrevistas recientes han enfatizado la naturaleza “artística” de Outside y tú también hablaste mucho sobre “el espíritu”.

Acababa de leer un libro de John Berger, ‘Modos de ver’, y en él se explica que el arte, en realidad, se trata de una ‘falsa religiosidad’. 


Yo sé que buen parte de mi generación leía en serio. Todo aquel que uno conocía en ese periodo leía al menos un libro al mes. La forma en que se accedía a la información era mucho más lenta, más deliberada y, hasta cierto punto, más profunda. No estoy diciendo que fuera necesariamente algo bueno. No se lee ya de ese modo y no es algo despectivo, simplemente las cosas son así.

Fuente: Bowie por Bowie - Entrevistas y encuentros con David Bowie - Sean Egan - Libros Cúpula.

domingo, 29 de marzo de 2020

Ikon (Reino Unido), Chris Roberts, Octubre de 1995


Ikon (Reino Unido), Chris Roberts, Octubre de 1995
(Extractos de la entrevista)




Nathan Adler, álter ego de Bowie, es un detective que sigue la pista del asesinato artístico-ritual de Baby-Grace, cuyo cuerpo desmembrado se encuentra en un museo de arte moderno. A mediados de los años noventa, la revista “Q” pidió a Bowie que escribiera un diario durante diez días. Bowie, en lugar de su día a día, escribió el diario ficticio de este personaje, que se convirtió en la base de las letras de Otuside. 


¿Sientes que has adquirido una sabiduría significativa?

El anciano sabio, ¡ja, ja!, ya ves, estuve haciendo el papel de alguien de ciento treinta años a los treinta y ocho, o algo así, con The Hunger. ¡Y lo hago con más facilidad ahora!

Ahora soy lo bastante viejo -¡hurra!- para tener una obra con cuerpo, lo cual es genial. Significa que puedo echar mano y sacar símbolos y atmósferas e incluso procedimientos y técnicas que ha utilizado antes, y volver a aplicarlos a nuevas situaciones. Es una máxima básica que, si sacas algo de contexto y lo pones en otro, cobra un conjunto diferente de significados.

De modo que, con Outside, al ubicar el espeluznante entorno de la ciudad de Diamond Dogs en los noventa, le doy una vuelta completamente diferente. Era importante para esta ciudad, para este escenario, tener una población, un número de personajes. Traté de diversificar a esos personajes de verdad excéntricos tanto como fuera posible. Por encima de todo, una ambición de hace tiempo es hacer una serie de álbumes que se extienda hasta 1999, para tratar de capturar, por medio de esa estrategia, cómo se sentirán los últimos cinco años del milenio. Es un diario dentro de un diario. La narrativa y las historias no son el contenido, el contenido son los espacios entre los puntos lineales. Las texturas, revueltas, extrañas. 

La obra suena paranoica y siniestra, mientras que tú en persona, o tan en persona como podré llegar a conocerte alguna vez, pareces exuberante…

Oh, tengo las esperanzas más piadosas para el fin de siècle. Lo veo como un rito sacrificial simbólico. Lo veo como una desviación, un pagano deseando que los dioses aparezcan, para que podamos movernos. Hay na auténtica sed espiritual ahí fuera que es llenada por estas mutaciones de ritos y rituales que apenas se recuerdan. Para ocupar el vacío que dejó una iglesia no autoritaria. Tenemos este botón del pánico diciéndonos que el fin de siglo va a ser una locura colosal, y no lo será. El mayor problema que tendremos será el nombre que le daremos. ¿Dos mil? ¿Veinte-cero-cero? ¿Veinte-veinte? Bueno, lo viviremos enteramente, pero ¿qué nombre le pondremos?

¿Se pierde mucho tiempo en las esperas?

Sí, lo odio, sabes. Me agoto al hablar de cine después de un rato. La gente se queda allí, hablando de películas que están terminando o que van a hacer, de todo lo que rodea a la industria. La gente no parece tener otra vida fuera de ello, y piensas: “Dios, ¿no podemos hablar de otra cosa que no sea de películas? Zzzz…”

Hacer el papel de Warhol, de quien decoraste que era imposible distinguirlo de una pantalla cinematográfica, debe de haber sido divertido, sin embargo.

Sí, fue genial, porque solo fueron diez días. Yo tenía siete mil palabras, y una vez que me las aprendí en el orden correcto, fue pan comido. Fue un papel más desafiante. 





Siempre me atrajo el “flujo de conciencia”. Desde que era niño. Me sentía más familiar y tenía más empatía por gente como Jack Kerouac, Ginsberg, Ferlinghetti y, desde luego, más tarde, por Burroughs, a fines de los setenta. La gente como Thomas Hardy tiene una resonancia que valoro, pero aun me resulta muy difícil. 

¿Es más aplicado que brillante?

Sí. Sabes, entiendo que lleve su tempo leerlo y que tenga matices que deberían considerarse. ¡Pero no estoy seguro de tener tiempo!

Sí, hay muchos otros árboles.

Puedo leer mucho, eso sí. En una buena semana, paso por tres o cuatro libros. Somos, por tradición, una nación literaria, ¡como puede verse en la forma en la que denigramos las artes visuales! Y heredé ese gran amor por la literatura, me encanta que me cuenten una historia, que me muestren nuevas ideas. 

Pero lo que me gusta de los escritores que trabajan con el flujo de la conciencia es por lo mismo por lo que espero que a mi público le guste de mi obra, y es que me pertenecen más. Hay más espacio para la interpretación. En un libro de Hardy los parámetros de la narrativa y la sensibilidad están dictados por el autor. Tienes que seguir su plan e ingresar en su mundo de la manera en que él quiere. Yo prefiero que se me permita más laxitud: algo que pueda usar. 

Fuente: Bowie por Bowie - Entrevistas y encuentros con David Bowie - Sean Egan - Libros Cúpula.

Time Out (Reino Unido), Dominic Wells, 30 de agosto y 6 de septiembre de 1995



Time Out (Reino Unido), Dominic Wells, 30 de agosto y 6 de septiembre de 1995
(Extractos)


Outside quizá requiera unas cuantas audiciones; acaso haya, en setenta y cinco minutos, unos cuantos temas que se vayan a saltar; pero es lo mejor de Bowie en quince años, y él lo sabe. Bowie alardea al declarar: “¡Y decían que ya era historia!”.


Bowie encarna varios personajes que van desde los catorce hasta los setenta y ocho años. Musicalmente, además, abarca varias generaciones con viejos compinches suyos: Mike Garson en el piano, Carlos Alomar en la guitarra rítmica.; Reeves Gabriels en la guitarra principal; Erdal Kizilcay en teclados y bajo, y David Richards como ingeniero. El resultado es una fusión extraordinaria de sonidos, ritmos y naciones que se oye como un cruce actualizado entre Lodger y My Life in the Bush of Ghosts.

Sus ojos desiguales son en verdad desconcertantes (pese a que no lo notarás en nuestra portada, gracias a las lentes de contacto azules).

¿Cuál es el origen de este álbum?

Bowie: Un momento crucial para nosotros en realidad fue la boda.
Eno:  Eso es absolutamente cierto, fue allí donde lo hablamos por primera vez. 

Bowie. Yo acababa de empezar con los temas instrumentales para el álbum Black Tie White Noise y tenía unas cuantas, solo como piezas instrumentales para la boda, pues habían sido escritas un pco con la idea de la ceremonia nupcial. En ese momento, Brian estaba trabajando en Nerve Net, y nos dimos cuenta de pronto de que nuevamente estábamos tomando el mismo rumbo. 

Eno: Es interesante que ocurriera en la celebración de la boda, ¿verdad? Todos estaban allí y comenzamos a hablar y David me dice: “¡Tienes que escuchar esto!”. Fue hasta donde estaba el encargado de la música y le dijo: “No, quieta eso, pon esto”. 

Resulta extraño que en tu último álbum volvieras con Nile Rodgers, con quien tuviste tu mayor éxito comercial (Let’s Dance) y ahora vuelves con Brian…

Eno: ¡Con quien tuviste tu menor éxito comercial!

Con quien recibiste algunos de los mayores elogios de la crítica.

Bowie: Por extraño que parezca, le dije a Nile más o menos lo mismo que Brian me dijo a mí: “Mira, no vamos a hacer una continuación al uso de Let’s Dance”. Yo acababa de salir del periodo de Tin Machine, algo que para mí fue un ejercicio realmente liberador, y quería experimentar en Black Tie. Me enamoraba la idea de hacer un híbrido del alma eurocéntrica, pero había también piezas como “Pallas Athena” y “You’ve Been Around” que jugaban más con la música ambiental y el funk. Luego hice un álbum en el ínterin que fue muy importante para mí: Buddha of Suburbia. 

Eno: ese fue un disco que me entusiasmó. De hecho, te escribí una carta en la que te decía que ese disco había sido injustamente subestimado. Me pareció que se debe a que era una banda sonora y, como la gente acostumbra a decir: “Eso no es música de verdad”. Me parece tan increíble que la comunidad crítica sea tan sorprendentemente corta de miras en su campo de referencia. 

Bowie: Lo genial que Brian hizo con mucha de la improvisación  es que teníamos relojes, radios y cosas cerca del sampler, y él, digamos, encontraba una frase en la radio francesa y la sumaba rítmicamente, así que se volvía parte de la textura. Y la gente reacciona a eso, tocaba de forma diferente porque seguían suscitándose esos sonidos tan extraños. 
Eno: Sí, y él hacía lo mismo con las letras. En paralelo, David improvisaba las letras, teníamos libros, revistas y recortes de periódicos a nuestra merced, y él extraía frases que iba poniendo juntas.

Bowie: Si te las leyera, algunas te parecerían completamente incomprensibles. 

Si un estudiante de lengua inglesa, en un curso de poesía o algo así, se sentara a intentar analizar tus letras, ¿estaría perdiendo el tiempo?

Bowie: No, porque creo que en la actualidad hay muchas referencias para ellos sobre lo último que se ha escrito en el siglo XX, desde James Joyce hasta William Burroughs. Yo provengo de una escuela tradicional de deconstruir las frases y volver a construirlas en lo que se considera un método azaroso. Pero en ese azar hay algo que percibimos como una realidad que, de hecho, nuestras vidas no están ordenadas, que no tenemos principios y finales ordenados. 


Bowie: Si nos diéramos cuenta de cuán increíblemente compleja es nuestra situación, simplemente moriríamos por el impacto. 


A mucha gente le impactó que hicieras un mural de papel pintado.

Bowie: Bueno, no es muy original. Robert Gober y muchos otros, incluso Andy Warhol, ya lo hicieron. Es solo parte de una tradición. 

¿Te duele que mucha gente esté caminando por Londres diciendo: “David Bowie, qué imbécil pretencioso”?

Bowie: No recreado una vez en que no se haya dicho eso, sin embargo, ¿cuál es la diferencia? Es solo una chaqueta de diferente color. No me duele en absoluto. 

Bowie: Yo trabajo porque es una forma genial de no tener que trabajar en una tienda -ser compositor, músico, artista, pintor y escultor-, es genial hacer todo este material, no podrá describirte lo emocionante que es. De verdad, es genial. 

Fuente: Bowie por Bowie - Entrevistas y encuentros con David Bowie - Sean Egan - Libros Cúpula.

viernes, 27 de marzo de 2020

Rolling Stone (Estados Unidos), David Sinclair, 10 de junio de 1993

Extractos de la entrevista:

En un sórdido callejón del Soho, la infame zona roja de Londres, David se detiene frente a un portal. Inseguro de quién o qué encontrará al otro lado, toca el timbre. 

“Sí”, dice una voz por el interfono.

Hola -dice Bowie- ¿Alguna vez estuvieron aquí los estudios Trident?

Placa conmemorativa colocada tras el fallecimiento de Bowie.

“Cierto, sí hace mucho tiempo”, dice la voz al otro lado.

Soy David Bowie. Solía grabar aquí. ¿Crees que podría entrar un segundo?

Un momento de pausa. La puerta se abre. Bowie entra. Justo frente a él hay un tramo corto de escalera y, cubriendo prácticamente toda la pared del rellano, a mitad de camino, hay un póster gigantesco de… David Bowie, fotografiado durante el rodaje de El hombre que vino de las estrellas.

“Bueno, es bonito sentir que has dejado huella”, dice Bowie, mientras unos cuantos sorprendidos emergen de las oficinas y forman ad hoc un comité de bienvenida.



El coche se detiene frente a un pub llamado Thomas à Becket, y Bowie desciende con un viento extremadamente frío y una ráfaga de lluvia. Va vestido  con una levita negra entallada, pantalones negros a medida y un par de impecables zapatos de cuero calado. Lleva unas gafas de montura de oro, que le proporcionan un aspecto severo, a pesar de que, a los cuarenta y seis años, su ligero bronceado y sus rasgos, fabulosamente esculpidos, permanecen envidiablemente intactos. 

Hoy en día es Bowie quien es acosado para conseguir un autógrafo, una de las pocas cosas que le parecen fastidiosas cuando camina por la calle. En general, se siente perfectamente a gusto recorriendo la ciudad en un Mercedes beige conducido por un chófer. No hay escándalos ni séquito de fans. 

Solo tengo gente a mi alrededor cuando estoy de gira o haciendo algo que, por una u otra razón, por un una u otra razón, tiene un perfil público -dice Bowie-. Si no, prefiero mucho más estar solo. Me doy cuenta de que si te pones unas gafas y no tratas de resaltar, puedes moverte con mucha facilidad. Siempre sospeché de la gente que dice necesitar estar rodeada de otros, porque a mí eso no me ocurre. De hecho, es entonces cuando me meto en problemas. Recuerdo caminar por Hollywood con Eddie Murphy, un tipo que me cae muy bien, pero cada vez que dábamos cinco pasos por la calle, se oía el ruido de cuarenta pasos que nos seguían por detrás. Era imposible.

De nuevo en el corazón de la ciudad, Bowie llegó a una pequeña calle sin salida llamada Heddon Street, escondida detrás de Regent Street. Baja del coche con un poco de incertidumbre y camina hacia un callejón al fondo, murmurando: “Vamos a tener que tantear un poco… Todo ha desaparecido, obviamente. Aquí vivía un fotógrafo que se llamaba Brian Ward, creo que en este edificio, y fuera había una cabina telefónica…”. Hay, ciertamente, una cabina telefónica, una obra azul, moderna, bajita. De pronto, caigo en la cuenta. Aquí fue donde se sacó la fotografía para el diseño de la portada de Ziggy Stardust. Pero claro, todo cambió. Esa cabina telefónica grande, roja, cerrada, en la cual Bowie posó para ea foto de la contraportada, ya es cosa del pasado.



Una mujer que sube por la calle hacia su oficina saluda a Bowie con una gran sonrisa. “Quitaron tu cabina telefónica, ¿no es terrible?”, dice. Por mucho que Bowie hable de llevar gafas y andar cabizbajo, la suya es aún una cara que poca gente no reconoce al instante. La mujer le informa de que el fotógrafo se mudo y también la campaña K.West, bajo cuyo cartel Bowie se paró con un pie sobre un cubo de basura hace veinte años. Sorprendentemente, la vieja luz junto a la puerta se encuentra aún allí, pero el famoso cartel fue rematado como parte del conjunto de recuerdos del rock and roll. En su casa, Bowie tiene cientos de fotografías de admiradores  con un pie sobre el cubo de basura bajo el cartel de K. West que le enviaron en sus cartas. 

Es una pena que el cartel ya no esté -dice Bowie-. La gente sacaba conclusiones tan dispares a partir de él. Pensaban que K. West debía de ser una especie de código para una búsqueda. Veían allí todo tipo de alusiones místicas. 

Hicimos esas fotografías de exterior una noche de lluvia -continúa Bowie-. Y luego, arriba, en el estudio, hicimos las que se asemejan a “La naranja mecánica”, que iban en el interior del álbum. La idea era llegar a una imagen intermedia de Malcolm McDowell con las pestañas maquilladas e insectos. Era la época de “Los chicos salvajes” de William S. Burroughs. Ese ciertamente fue un libro muy potente, había salido hacia 1970, y era un cruce entre eso y “La naranja mecánica”, que fue lo que en realidad configuró la forma y la apariencia que iban a tener Ziggy y los Spiders. Ambas eran obras poderosas, especialmente la pandilla de saqueadores de “Los chicos salvajes”, de Burroughs, con los cuchillos “Bowie”. Yo me metí de lleno. Fui interpretando una y otra cosa. Todo tenía que ser infinitamente simbólico. 

Volviendo en coche al Soho, Bowie divisa varios puntos emblemáticos. La tienda de música de Selmer, sobre Charing Cross Road, donde compró su primer saxofón. Doblando hacia Wardour Street, señala un edificio alto en una esquina, donde solía vivir Pete Townshend, en el último piso. “Siempre lo envidié por vivir justo en el corazón de Londres -dice Bowie-. Lo más cerca que estuvo yo fue en Oakley Srtreet, en Chelsea, justo a la vuelta de Cheyne Walk, donde vivió Mick Jagger. Fue entonces cuando conocí a Mick”. 

Los ochenta arrancaron con el mayor éxito de su carrera, Let’s Dance. Producido por Nile Rodgers y lanzado en 1983, fue un exitazo a nivel mundial que elevó a Bowie a la primera división internacional. Pero la perspectiva desde las alturas del Olimpo no era tan clara como podría haber sido. 

Caí en desgracia por primera vez, y me pregunté si debía escribir para el público y no para mí -dice Bowie-. ¿Debía intentar duplicar el éxito de ‘Let’s Dance’ o seguir tratando de cambiar en cada álbum? Era una disyuntiva concreta. Al final no perdí las canciones, pero perdí el sonido. Hay algunas canciones verdaderamente buenas en ‘Tonight’ (1984) y ‘Never Let me Down’ (1987) y literalmente las eché a perder al dárselas a gente muy capaz para que las arreglara, pero sin involucrarme yo mismo, casi hasta el punto de la indiferencia. 

Del mismo modo que artistas talentosos como Mick Jagger, Roger Daltrey, Roger Waters y Jon Bob Jovi han fracasado al establecerse a sí mismos como solistas y tenido un resultado que en nada se compara al éxito de sus respectivas bandas, Bowie simplemente no era convincente como miembro de un grupo.

Artísticamente, declara que no había estado tan conforme con la salida de un álbum desde Scary Monsters.



Escucho este álbum todo el tiempo -dice Bowie- , lo cual siempre es una buena señal. Con el debido respeto por Nile, no escuché ‘Let’s Dance’ tanto. No era del todo yo. Había mucho de Nile en él. En la cara A en particular, había dejado que Nile se adueñara realmente de él. Esta vez, cuando regresé con Nile, pensé: “Otra vez no”. De modo que fue ‘mi’ álbum en gran medida, y Nile contribuyó; yo era contrario opuesto a la idea de que él hiciera todo y yo me limitara a sugerir que pusiéramos a Stevie Ray Vaughan o a quien fuese. Por eso probablemente pueda identificarse mucho más conmigo. 

Una de las preocupaciones más importantes de Rodgers durante la grabación fue que Bowie tocase el saxofón, que toca en este álbum más que en el resto de su discografía junta. El instrumento ha sido siempre crucial para el proceso creativo de Bowie. Lo usa para componer las líneas melódicas. 

Me siento mucho más libre en estos días para hablar sobre mí mismo y lo que me ha sucedido, porque fui capaz de afrontarlo. Durante muchos años, he estado totalmente bloqueado. Anteriormente siempre estaba bloqueado. Nunca quise volver a examinar nada que hubiera hecho en concreto. Pero las apuestas han cambiado. Me siento vivo, en un sentido real. 

Tras pasearse entre las sombras de su pasado en el escenario del Hammersmith casi durante una hora, Bowie está listo para seguir con el recorrido. La temperatura cayó incómodamente, y David se mueve enérgicamente hacia la puerta del escenario, dando las gracias al hombre que lo dejó entrar al edificio con una cortesía que parece brotarle con naturalidad. Es de lejos más atento con quienes están a su alrededor que la mitad de las estrellas de su estatus, y es una de sus característica más encantadoras. El coche avanza hasta un hotel cercano, donde Bowie entra en calor con una sopa de pavo y un sándwich de queso. 

Nunca había salido con una modelo antes -dice Bowie-, así que nunca había caído en el cliché de la estrella de rock y la modelo como parte de su vida. De modo que estaba muy sorprendido al encontrarme con una que era aplastantemente maravillosa y no la clásica belleza hueca que había conocido en el pasado. No hago un caso de ello. La noche que nos conocimos ya estaba poniéndole nombre a nuestros hijos. Sabía que ella era para mí, fue inmediato. Simplemente caí bajo su hechizo. 

Es una fuente increíble de comodidad para mí. De hecho, durante los tres años anteriores a conocer a Iman, yo estaba comprometido con otra chica, así que (las relaciones monogámicas) me parecen muy, muy placenteras. Me estimulan. Las adoro absolutamente. He ido desde la extrema promiscuidad de los setenta a un conjunto de cambios de actitud en los ochenta y, con suerte, a una especie de armonía en los noventa. 

Creo que siempre fui un heterosexual dentro del armario. Ni siquiera sentía que fuera estrictamente bisexual. Era como si estuviera haciendo todos los deberes para llegar a una situación en la que pudiera experimentar en serio con algunos tipos. Pero, en realidad, lo que me atraía era la escena gay en su conjunto, que era ‘underground’. Acuérdate, a principios de los setenta, era prácticamente un tabú. Acaso haya habido amor libre, pero era amor heterosexual. Me gusta ese mundo oscuro. Me gustaba la idea de esos clubs y esa gente y todo lo que está vinculado a él, porque era algo de lo que nadie sabía nada. Así que me atraía locamente. Quería incursionar en un mundo diferente. Así que hice el esfuerzo de ir y meterme allí. Esa fase solo duró  hasta cerca de 1974. A grandes rasgos, aquello murió con Ziggy. En realidad estaba adoptando la situación de ser bisexual. La realidad era mucho más reducida. 

        Quería imbuirme en Ziggy en carne, sangre y músculos, y era imperativo que encontrara a Ziggy y que fuera él. Lo irónico fue que yo no era gay. Lo era físicamente, pero francamente no lo disfrutaba. Era casi como si estuviera poniéndome a prueba. No era algo con lo que me sintiera cómodo, en absoluto. Pero tenía que hacerlo.

Por desgracia, no conocí a Freddie Mercury tan bien, la verdad. Me lo encontré solo unas dos o tres veces en todos estos años. Me parecía muy listo, bastante brillante y ciertamente muy teatral. De modo que no conozco las idas y venidas que tuvo que vivir o lo que le sucedió. Sí tengo muchos amigos gays, y conozco el dolor de perderlos a causa del sida. Por desgracia, perdí uno justo después del concierto de la Reina -el concierto en memoria de Freddie Mercury en el estadio de Wembley, en abril de 1992- . Su nombre era Craig, un dramaturgo de Nueva York; de hecho, entró en coma el día anterior al concierto y murió al cabo de dos días. Por esa razón recé el padrenuestro esa noche. 



A pesar del estilo teatral de Bowie, su gesto dejó a muchos sorprendidos. 

Sí, probablemente lo estuvieran, pero no era para ellos.” Parte de la sorpresa se debía a que Bowie nunca había sido conocido como una persona particularmente religiosa. 

No lo soy. Soy espiritual. Nunca me ha atraído ninguna religión organizada. Pero ahora tengo una sólida creencia en Dios. Pongo mi vida en sus manos cada día. Rezo cada mañana.

Mi amigo Craig no era cristiano, pero pensé que esa oración era la más apropiada en la medida en que… es una oración sobre nuestro Padre, no tanto sobre Cristo. Para mí, es una oración universal. Yo estaba tan sorprendido como todos tras recitarlo en ese concierto. Pero me alegré de haberlo hecho. 
Fuente: Bowie por Bowie - Entrevistas y encuentros con David Bowie - Sean Egan - Libros Cúpula.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Entrevista NME Bowie-Brett Anderson 1993 -2ª Parte-

Extractos de la entrevista:

Bowie: Muchas de las canciones de Morrisey son muy asexuales. No hay un anzuelo sexual en ellas, incluso cuando habla sobre situaciones de este tipo. La gente está bastante contenta de robar esa angustia gris a una banda como la Velvet, o en este momento, a Nirvana, porque hay grandes dosis de sexo en ellas. Pero él lo neutralizó en un punto y eso parecía ser un poco injusto o algo así. Quizá esto produzca mucha hostilidad hacia él.

Anderson: ¿Te gustaban los Smiths entonces?

Bowie: Pensaba que eran muy buenos, sí. Con el paso del tiempo, los Smiths empezaron a gustarme cada vez más. No fui un admirador inmediato. Debo decir que me inquieté cuando supe que los Pixies se habían separado. Era una banda que pensé que iba a ser muy grande, pero me disgustó un poco cuando Nirvana apareció usando la misma dinámica musical; ya sabes, tocando muy bajo en la estrofa y luego, de pronto, subiendo el volumen en el estribillo. Y, desde luego, Charles era mucho mejor en las letras. Sus letras eran fabulosas. Tengo la sensación de que ahora muchas bandas son arribistas. Hay una enorme cantidad de bandas. Eso abrió las puertas a la mediocridad. 

Bowie: Dentro de unos años estaremos escuchando el primer álbum de Tin Machine y revalorizándolo, estoy seguro (ríe)

Bowie: Cuando entregué Low, recibí un telegrama donde se me ofrecía pagarme para que volviera a Sigma Sound en Filadelfia y hacer otro “Young Americans”. Simplemente, no podían aceptar “Low”, no podían entenderlo. Fue entonces cuando supe que todo había terminado con esa compañía. Y por eso es tan evidente que tenía que volver a Arista, dentro de la asociación de RCA, para este álbum. En mi cabeza es casi como si hubiera perdido “Let’s Dance”, “Tonight” y “Never Let Me Down” y, si tuviera que elegir un conjunto de álbumes, elegiría “Low”, “Heroes”, “Lodger”, “Scary Monsters”, “Black Tie White Noise”. Existe cierto vínculo sentimental con ellos. Y desde luego, mi último álbum con RCA, “Scary Monsters”, así que, en cierto modo, los años con EMI son difíciles de incluir entre los elegidos. Acaso ese sea el álbum que Nile Rodgers y yo hicimos en 1983, ¡y ha habido un túnel del tiempo desde entonces!


Bowie: Siempre he considerado que los dos álbumes posteriores a “Let’s Dance” los describe la indiferencia; no me involucré mucho en ellos a propósito. Ahora escucho “Never Let Me Down” y desearía haberme involucrado, ya que había algunas buenas canciones, pero los oigo y me parecen musicalmente muy suaves, y no habrían sonado así si hubiera estado más involucrado.

Cuando me enteré de que este álbum estuvo inspirado en tu boda con Iman (dos piezas se compusieron especialmente para esta ocasión), temí que fuese a ser más blandengue que la mierda.

Bowie: Sí, lo sé: “Probablemente pondrá a Imán en la cubierta. Oh, ella va a estar en el vídeo” (ríe). Sabía lo que pensaría la gente cuando se enterara de que iba a volver a trabajar con Nile. Pero yo pensaba: “Espero que esto no se convierta en otro “Let’s Dance” y que me haga incluso más duro. Es un álbum muy personal.

“Jump They Say” está basado a medias en las impresiones que tengo de mi hermanastro y, probablemente, es la primera vez en que trato de escribir sobre cómo me sentí cuando se suicidó.  También está conectado con lo que sentí las veces que salté metafísicamente hacia lo desconocido y me pregunté si verdaderamente creía que había algo allí en lo que apoyarme, no importa cómo queramos llamarlo, un dios o una fuerza de la vida. Es una pieza impresionista, no tiene una trama narrativa obvia, cohesiva, aparte del hecho de que el protagonista en la canción trepa a un tejado y salta. 

Existe también una razón personal para versiones “I Feel Free” de Cream en el álbum. Una de las veces que salí con mi hermano, lo llevé a ver a Cream, en Brompley, y hacia la mitad del concierto -y me gustaría pensar que fue durante “I Feel Free”- él comenzó a sentirse muy, muy mal… Solía tener muchas visiones. Y recuerdo que tuve que sacarlo del club porque en serio estaba empezando a afectarlo, estaba mareado… Nunca había escuchado música tan fuerte; tenía diez años más que yo y nunca había ido a un club de rock, porque cuando era joven lo que se escuchaba era jazz. Él me introdujo en la música de Eric Dolphy…

En todo caso, salimos a la calle y se desplomó en el suelo; me dijo que el suelo estaba abriéndose y que había fuego y cosas brotando de la acera, y yo casi podía verlo a través de sus ojos, porque me lo explicaba de una forma muy articulada. De modo que las dos canciones están juntas en el álbum por razones muy personales.

(El tema que da título al álbum es lo más duro que Bowie haya hecho en años, y deja entrever que estuvo inspirado en las revueltas de Los Ángeles. Bowie e Iman regresaron de Italia a Los Ángeles el día en que se anunció el veredicto del juicio sobre Rodney King)

Bowie: Estábamos en la terraza de nuestro apartamento, agarrados de la mano, observando los fuegos que ardían por todas partes. ¡Y estábamos cerca! Fue increíble. Si no hubiera sido tan aterrador, podría haber dicho: “¿No se parece a “Blade Runner”?. Pero pensamos: “Mierda, estamos metidos aquí”, e hicimos lo que todo el mundo hizo, nos subimos al coche y nos fuimos a un supermercado a comprar comida, porque no sabíamos si podríamos salir de allí durante unos días. Y la segunda noche la paseé en vela, porque estaban acercándose bastante a nuestra calle. 

¿Qué habrías hecho si hubieran golpeado a tu puerta?

Tenía las llaves del coche, un poco de dinero y mis pantalones vaqueros cerca de la cama, me habría vestido a toda velocidad y salido del edificio en caso de que entrasen.

Anderson: ¡Deberías haberles dicho que naciste en Brixton!

Bowie: No hubiera servido de nada. ¡Ja, ja, ja! Y no creo que mostrarles a mi esposa hubiera servido tampoco. Me habrían dicho “Bueno, ambos sois culpables. "¡Vosotros sois el problema!”.¡Ja, ja, ja! Fue aterrador. 

Bowie: Como liberales blancos, somos muy propensos a sugerirles a los negros de qué forma deberían hacer las cosas. No creo que ellos quisieran oírnos ya. Tienen ideas propias sobre cómo mejorar la vida de su gente, y les importa una mierda lo que nosotros pensemos. No quieren nuestro consejo. De hecho, les da rabia cada vez que les aconsejamos, nosotros los liberales buenecillos. 

Bowie: Yo tengo un hijo, y de lo que más me arrepiento es de no haber estado allí los primeros años de su vida… Es cierto cuando te dicen que sacrificas mucho al ser músico. Y generalmente es por egoísmo. Ves algo y vas a por ello. Pero no te das cuenta sino mucho más tarde. 

Bowie: De pronto, en un momento, te das cuenta de que ya no estás bien provisto para crear relaciones nuevas; y como nunca hiciste uso de ellas, no sabes cómo hacerlas. Viviste toda tu vida aprendiendo a no crear relaciones que te aten a nada o nadie. Y allí estás, a cierta edad, pensando: “Me pregunto cómo conocer gente y relacionarme con ella”. El arte es toda una carga, ¿verdad? Ja, ja, ja.

Anderson: ¡Sí que lo es!


Bowie: El genio es dolor. ¡Oh vamos!
Fuente: Bowie por Bowie - Entrevistas y encuentros con David Bowie - Sean Egan - Libros Cúpula.

lunes, 23 de marzo de 2020

"Un día, hijo, todo esto podría ser tuyo..." Entrevista NME Bowie-Brett Anderson 1993 -1ª Parte-


New Musical Express (Reino Unido) Steve Sutherland, 20 y 27 de marzo de 1993

Primera parte

Nos encontramos una tarde gris, en un estudio que Bowie alquiló en Camden  con el único propósito de hacerle escuchar a Brett Anderson su nuevo LP. Brett está nervioso, Bowie seguro. Se sacan fotos juntos. Bowie trajo una hoja de contactos de una sesión de fotos que hizo con William Burroughs en 1973. Hoy, Bowie está vestido igual que Burroughs entonces: traje gris, camisa blanca con una delgada franja oscura y un sombrero de fieltro. Brett está vestido como Brett, con eso que la prensa amarilla ha llegado llamar “revoltijo de rebajas chic”. 


Terminada la sesión de fotos, nos retiramos al estudio donde Bowie nos pone parte de su nuevo álbum. Habla en broma sobre los temas que no me gustarán por anticipado. En cada caso, tiene razón. Hay un tema eurodance con mucho carácter que lleva el título de “Night Flights”, una amanerada y desagradable versión de “I Know It’s Going To Happen” de Morrisey, y algo raro que se llama “Pallas Athena”, donde la voz de Bowie está tan trabajada que apenas se la reconoce, y por encima de todo, una y otra vez habla sobre Dios. No tengo la más remota idea de por qué”, admite. 

¿No se parece a Jimmy Page de joven? -pregunta Bowie-. Page tocó en algunas de mis primeras sesiones. ¡Debía de tener seis años! Ja ja ja. Brett se parece a él. Créeme, estoy muy en lo cierto. Especialmente cuando sonríe…”

Bowie: Cuando Steve me envió tu cinta, la escuché con la mente abierta porque, pese a que había oído de ti, no te había escuchado antes. Y pensé: “Bueno, se supone que es una “cosa de los setenta”, pero me olvidé de eso en unos pocos segundos. Era muy consciente de que había allí un conjunto de mentes muy brillantes, y tu talento para componer es en serio muy maduro. Me pregunto, ¿te inquiera que haya bandas como Denim dando vueltas?

Brett Anderson: Sí, completamente, porque empiezan a meterme en el mismo saco de ellos y en realidad es como un ataúd. 

Bowie: En nuestros días (lo dice con desgana y cierta resignación, con teatralidad cockney), solíamos tener que hacerlo con botas de tacón… No, de hecho, mirando hacia atrás, éramos un género muy curioso y pequeño. Éramos solo unos pocos realmente los que estábamos trabajando para dejar Hera de competencia a The Sweet y todo eso. Lo que se conoció como glam o glitter rock no fue un movimiento en absoluto, musicalmente. Era muy limitado. De este lado del Atlántico estábamos yo, Roxy, Bolan y, hasta cierto punto, Slade, creo.

Anderson: ¿No te sentías parte de una pandilla entonces? ( Bowie niega con la cabeza) Entonces no fue hasta que gente como Suzi Quatro llegó y comenzó a robarte que, a ojos de la historia, parece una escena. Creo que la gente se equivoca cuando habla sobre “Bowie, T.Rex blablabla”. Siempre pensé que tu pandilla eran más bien Iggy y Lou Reed, gente que estaba pensando más que…

Bowie: Sí, bueno, aquel se convirtió en mi grupo, de hecho, pero siempre me puse a mí mismo entre los ingleses… y con los New York Dolls hasta cierto punto, pero nunca con gente como, digamos, ¿cuál es su nombre? Elizabeth Cooper. Ja ja ja. Alice Cooper era solo una banda que llevaba rímel. No creo que probaran siquiera una pizca de teatralidad hasta que la vieron en las bandas inglesas. Nosotros sentimos que se parecían mas a Frank Zappa que a esta especie de reparo por parodiar el rock y convertirlo en vodevil o lo que fuera que algunos de nosotros estuviéramos haciendo.

Anderson: ¿Sentías en aquel momento como si, en definitiva, quisieses escapar de todo ello?

Bowie: ¿Te refieres al advenimiento de Suzi Quatro, Gary Glitter y todos los demás? Sí, de hecho se convirtió en una sensación de vergüenza, irónicamente. Digo, con mis boas de plumas y vestidos, ciertamente no quería que se me asociara con alguien como Gary Glitter, quien obviamente era un charlatán.

Steve Sutherland: Están pasando un programa por televisión, justo ahora, Sounds of the Seventies, y la mayoría de los glam rockeros se ven como viejos coqueros de pub que, por casualidad, le pegaron tres o cuatro mordidas a la cereza. Sabes, como Shane Fenton al reinventarse a sí mismo como Alvin Stardust. Maquillado y con barriga cervezera, que no es como yo lo recuerdo en absoluto. La nostalgia simplemente no es tal como solía ser.

Bowie: Muy cierto. Pero éramos muy conscientes de ello en aquel entonces, y estábamos muy molestos de que gente que obviamente nunca había visto Metropolis y nunca había oído hablar de Christopher Isherwood se convirtieran, de hecho, en glam rockers.


Anderson: Nadie había jugado con nada antes, ¿verdad? Había estrellas, pero, ¿sabes?, Elvis Presley era la más grande y nunca compuso sus canciones, siempre declaró ser apenas un cantante.

Bowie: Sí, y es extraño que, cuando rompo una regla, realmente produce una gran cantidad de hostilidad. Es decir, cuando estaba pasando por esa etapa bisexual a principios de los setenta y luego, era heterosexual, nunca renegué de mi juego con la bisexualidad. Pero el hecho de que no fuera a ser un vocero de la comunidad gay ciertamente produjo mucha hostilidad. Yo sentía algo como: “Bueno, ¿qué hay de los tipos como yo, tios que solo lo probaron unos años? ¿Dónde encajamos nosotros que no somos gays, nosotros que somos heterosexuales, pero queríamos ver de qué se trataba?

Anderson: No se te permite ser así.

Bowie: Exacto. Todo el mundo quería que fuera una cosa o la otra, o claramente bisexual, o claramente lo otro. Eso me parece bastante inquietante. Incluso algunos de mis amigos gays luego me decían: “Te vendiste, nos defraudaste, eres un fraude”. Bueno, probar la bisexualidad no es ser un fraude., lo que es probar la bisexualidad. Eso es lo que es. 

Estoy contra la corriente del “ya no se puede jugar”. Creo que es una mierda. Dede luego, tienes que tomar todas las precauciones posibles, pero que sintamos que nuestra sexualidad sea aplastada de esta manera podría convertirse en el mayor factor de impotencia en toda la civilización, ya que va a producir pesadillas psicológicas increíbles en la gente, especialmente entre los jóvenes. A los jóvenes casi se les dice que ya no podrán pasárselo tan bien como los demás se lo pasaron antes que ellos y, ja, mala suerte. 

Anderson: En consecuencia, nostalgia. 

Bowie: Si, absolutamente. Y desde luego, está comenzando a emerger esta enrome cuestión antigay. Hasta que encuentren una cura para el sida -cosa que no tengo duda de que encontrarán-, creo que los que hacen campaña antigay vivirán un apogeo. Y deberíamos ser conscientes de todo esto, conscientes de que uno tendría que seguir derribando muros, porque se produjeron muchos avances durante los setenta, que la gente quiera admitirlo o no. Ahora miramos hacia atrás y, aunque algunas de esas experiencias hayan salido mal -específicamente las experiencias con drogas-, no significa que todas las experiencias fueran negativas. La energía de tipo dionisíaca  que tenemos de ser y hacer, eso es lo que nos hace seres humanos, es lo que os da ventaja sobre toda otra forma de energía viva, y es correcta, y nuestra necesidad de estar continuamente empujando los límites de lo que creemos que significa nuestra existencia. Y hay gente que nos dice que no deberíamos estar haciendo eso. ¡Es aterrador!

La gente sospecha de los tipos como tú, gente de la industria del entretenimiento, hablando esta manera. Siempre están buscando algún ángulo. Por ejemplo, lo que la gente dice sobre tu periodo bisexual, que se trató de una gran estrategia. 

Bowie: Bueno, hablando personalmente, había sido bisexual durante muchos años antes de hacer esa declaración, pero, sí, fue percibido de esa manera y, sí, me di cuenta de que no era realmente bisexual, aunque me encantaba el coqueteo con ello, disfrutaba el estímulo de estar involucrado dentro de un ámbito que, hasta aquel momento preciso, había sido percibido como un tabú social. Eso me estimulaba mucho. 

Bowie: No estoy seguro de que las personas sean conscientes de que están en todo el derecho de reclamar su sexualidad para sí mismas. Si un tipo o una chica siente que es homosexual, probablemente piensa en cómo va a esconderlo en estos días en lugar de “déjenme que llegue a saber quién soy”. Ahora ni siquiera se plantea pensarlo. Se les dice que no piensen en ello. Espero que pronto haya una campaña que diga “hazte heterosexual” y “conoce ya mismo tu monogamia” y “la primera chica que conozcas va a ser la única chica de tu vida”. ¡Así es como solía ser! Si dejabas embarazada a una chica, ¡te casabas con ella!

Y ese tipo de cuestión fuerza a la comunidad gay a volverse más radical, lo que, a su vez, los aleja mucho más de lo que es percibido como convencional. 

Bowie: Exacto. No cabe duda del que, con el tiempo, volveremos al triangulo rosa. ¡Un comentarista de televisión bastante conocido sugirió que todos se tatuarán números en las nalgas! ¡Con toda seriedad! Es una persona respetable. Eso es lo que más asusta. Que se lo tome en serio.

Entonces todos estamos de acuerdo con que Brett tiene derecho de ser ambivalente sobre su sexualidad en sus canciones y todos estamos de acuerdo con David en que una persona tiene derecho a ser ambivalente en relación con su propia sexualidad, pero ¿no se aplica eso también de manera universal? Por ejemplo, David, tú hiciste una versión de “I Know It’s Going To Happen”, de Morrisey, en tu nuevo álbum. No sé si eres consciente de que él fue recientemente condenado al ostracismo por haber hecho un uso ambivalente de la bandera del Reino Unido en sus conciertos. Se decidió que Morrisey no tiene derecho a ser ambivalente sobre la raza y que debería definir si es o no racista. ¿No estamos dándole con el mismo palo?

Bowie: Tengo que ser cuidadoso aquí porque no estoy muy seguro de lo que digo. Pero creo que se refería a que los negros y los blancos nunca se llevarían bien. Me parece que ese era el tono general. De modo que pienso que el enfoque adulto sería decir: “Ok, aceptemos lo que plantea y tratemos de formular una respuesta. ¿Se llevarán bien alguna vez? ¿No? ¿Por qué?”. Solo está planteando la cuestión, y para él existe un conflicto perfectamente legítimo que merece plantearla. 

No está dándonos datos de cualquier modo u ofreciéndonos lo que siente al respecto. Seguramente solo sería negativo si él dijera que negros y blancos nunca se llevarán bien a causa de que uno es superior a otro.

Debo decir que las pocas veces que me encontré con él me pareció encantador. Cuando escuchó mi versión de “I Know It’s Going To Happen” se le escapó una lágrima y me dijo: “¡Ohhh, es tremenda!”

Yo he sospechado de él desde el principio. Todos esos himnos de estudio sobre regodearse en la miseria no parecen ayudar a nadie a alcanzar nada. Solo está convirtiéndose a sí mismo en un icono a expensas de las carencias de los demás, y eso no me parece de ningún modo admirable.

Bowie: Dile eso a Samuel Beckett. O a John Osborne. 

Anderson: David, ¿en qué estabas pensando cuando creaste al Delgado Duque Blanco? En aquel momento te acusaron de cosas similares, que estabas coqueteando con símbolos de la derecha.

Bowie: Sí, ciertamente estaba en eso. En realidad no estaba coqueteando con el fascismo per se, estaba hasta el cuello de magick, algo que fue un periodo realmente horrendo. Todas mis lecturas en ese momento eran autores como Ishmael Regarde, Waite, Mavers y Menley, toda esa clase de hechiceros. Ya sabes, todos los secretos de las prácticas cabalísticas y eso, un periodo intenso en que intentaba vincularme con la búsqueda de un espíritu genuino. Y pensé que lo encontraría al leer esos materiales.

No me interesé  por Crowley, por cierto, porque él usaba demasiado lo griego. Siempre sospeché de cualquiera que dijese estar interesado en Crowley porque mejor sería tener un acercamiento de primera mano de lo griego y lo latino; de otro modo están hablando tonterías.

Anderson: Lo mencionas en “Quicksand”

Bowie: Sí… (Ríe) ¡Me atrapaste! Eso fue antes de haber intentado leerlo. ¡Ja, ja, ja! Entonces yo llevaba su biografía en mi impermeable, así que de ahí viene el título. Era algo que leer en el metro. Lo irónico es que en realidad yo no veía ningún tipo de implicación política en mi interés por los nazis. A mí me interesaba el hecho de que supuestamente vinieron a Inglaterra antes de la guerra para encontrar el santo grial en Glastonbury y lo vinculaba con todo el pensamiento arturiano. De modo que aquel fue el origen de todo eso. La idea de que se trataba de poner a los judíos en campos de concentración y la opresión total de las diferentes razas se le escapaba a mi jodida naturaleza en aquel momento. Pero, claro, se hizo muy claro y cristalino para mí cuando regresé a Inglaterra. 

Anderson: Insisto, ¿no crees que estabas subiéndote al espíritu de los tiempos con lo que sucedía en el punk en ese momento?

Bowie: No lo sé, porque, mientras estaba en Los Ángeles, donde me había metido en todo esto, no tenía ni la más mínima idea de lo pasaba en Inglaterra; entonces, presumiblemente, si la esvástica estaba convirtiéndose en un motivo para la escena punk de Londres, era sincrónico. Ciertamente no estaba al corriente de eso. 

Anderson: ¿Piensas que te pierdes algo al no tomar drogas?

Bowie: No, en absoluto, porque, mirando hacia atrás, Low, Héroes, Lodger y Scary Monsters estuvieron prácticamente libres de drogas…No diré que estaban completamente libres de drogas porque yo aun estaba saliendo de aquello, pero no se parecía en nada a la situación de drogas que había atravesado hasta entonces, que empezó en Diamong Dogs y continuó hasta Young Americans y Station to Station. Probablemente mi mejor obra haya sido de ese periodo de fines de los setenta, cuando prácticamente no había drogas…

Anderson: ¿Cómo te las arreglabas concretamente para sosegarte cuando estabas sumido tan profundamente en la oscuridad?

Bowie: Bueno, no lo hacía. 

Anderson: Fuiste bastante prolífico para alguien que estuviera metido tan profundamente en las drogas.

Bowie ¿Sabes que hay alcohólicos que pueden mantener la apariencia de una existencia normal y genuina, están en un borde y nadie a su alrededor sospecha nunca cuán profundo es su problema? Buena parte de aquello transcurrió de esa manera. Creo que estaba en el límite. De verdad. Especialmente durante Station to Station. Miro viejas fotografías de mí mismo en esos días y simplemente no puedo reconocerme. Es extraordinario haberlo superado. Y las dos o tres veces que llegué a una sobredosis, y de hecho salí de ellas… sabes, ¡nunca podré entender cómo permití que sucediera dos o tres veces! ¿Por qué la primera vez no fue un “hasta aquí hemos llegado”? ¡No lo sé! Pero lo cierto es que no te das cuenta. 

¿No sacas nada positivo de ello?

Bowie: Ehhh…, me sentiría muy irresponsable si dijera que sí. Tal vez…, pero la posibilidad de probarlas para sacar los positivo y luego salirte se pone de tal manera en tu contra que nunca le aconsejaría a nadie que lo intentara. Sabes, ese es el problema, es como tener una gran y enorme ostra con una perla dentro. Podrías sacar la perla, pero te arriesgas a que tus brazos queden atrapados. Bueno, ¿lo hacemos o no? Yo sugeriría que posiblemente lo mejor es que ni siquiera te molestes en hacerlo.

Y la gente aún venera el hecho de estar jodido. Todos sabemos que Jim Morrison acabó siendo un enorme gordo agotado y todavía hay quien roba pedacitos de su lápida.

Bowie: Es que no se ven suficientes fotografías del estúpido gordo imbécil acostado en su bañera, solo lo vemos apuesto y malhumorado. Sucede tomismo con James Dean. La expresión juvenil de que vivió demasiado rápido y murió demasiado joven. Bueno, pero quizá, si se publicaran más fotografías suyas después del accidente de coche…

Creo que nos dejamos llevar por el mito de que, al tomar drogas entraremos en contacto con los secretos  del cosmos, que tendremos una línea directa con el conocimiento de todas las cosas. Y en rigor no es cierto. Lo sé porque en el pasado tomé drogas en tal exceso que probablemente haya eliminado toda oportunidad de sacar algo útil de la situación, si dejamos a un lado quizá algunas breves percepciones. 

Una de ellas fue esta cuestión de vivir solo en el momento presente. Cuando estaba muy metido en la coca, no podía recordar los dos minutos anteriores y ciertamente no pensaba en el futuro. Realmente sentía como si solo existiera en el momento presente y, a causa de ello, existía esta separación de la personalidad. Estaba tan concentrado en el momento, que sentía que tenía la percepción de un dios sobre todo lo que sucedía. Y esta sensación de no tener pasado ni futuro me proporcionaba una ingravidez en relación a los sentidos y al pensamiento. 

Pero también recuerdo haber tenido momentos en los que ocasionalmente estuve cerca de la misma sensación cuando practicaba meditación a finales de los sesenta. Claro, eso es más trabajoso y las drogas son un pasaporte rápido al nirvana. Puedes llegar con el ácido o con la coca.Puedes llegar más rápido y no tienes que hacer todo el trabajo laborioso y aburrido de meditar, ¿sabes? Aprendes instantáneamente el lenguaje. ¡Ja, ja, ja! Es como esos libro de “aprenda japonés en una semana” Aprendes a hacer preguntas, pero dios te salve de que alguien te responda en japonés, ¡porque no tendrás recursos para entender de qué están hablando!

Pero la gente que compra los discos de Brett, las drogas con las que algunos de ellos entran en contacto, son probablemente muy diferentes a las que tú tomabas en tus días. Basura barata que de verdad hace mucho daño.

Bowie: Sí, debo decir que en mis días el material era bueno. En aquellas vertiginosas alturas desde las que yo operaba teníamos lo que se conoce como cocaína farmacéutica, que es un material brillante, extraordinario…

Anderson: Creo que por esa razón el éxtasis se volvió tan popular, porque para mucha gente fue la primera sustancia que, concretamente, se parecía a aquello que imaginaba que eran las drogas. Cuando yo comencé a tomar drogas, siendo joven, probamos la coca y nos quedamos pensando en lo aburrida que era.

Bowie: Probablemente fuera una cantidad enorme de polvos de talco. 


Bowie: Conozco a alguien que estuvo con Aldous Huxley mientras agonizaba y es absolutamente cierto que tomó ácido al morir. ¿No es extraordinario? Se fue puesto de ácido. ¡Eso sí es convicción! Eso sí es usarte a ti mismo como una cobaya de experimentos, y en la música hay algo de eso también. Usarte a ti mismo como conejillo de Indias es terriblemente seductor, ¿qué puedo hacer conmigo mismo y qué lejos puedo llegar antes de que la droga empiece a tener en mí un efecto adverso? ¿Hasta dónde puedo ir para recibir los placeres de esta sustancia antes de que comience a ser desagradable? El truco está en saber cuándo parar.
Fuente: Bowie por Bowie - Entrevistas y encuentros con David Bowie - Sean Egan - Libros Cúpula.