martes, 31 de marzo de 2020

New Musical Express, Steven Wells, 25 noviembre de 1995



Le pregunto si ayer vio el documental en la tele sobre The Small Faces, y si no es raro que esos tipos, que solían ser criaturas delgaditas y sensuales, ahora estén todos regordetes, arrugados y viejos, pero tú, señor Dorian Gray, te ves aun cool, delgado y sexi. Le pregunto si cree que habría tenido la mitad de éxito en el Olimpo del Rock de los Pervertidos si hubiera sido un poco gordo y con cara de hámster como moi, me mira y me dice: “¡Ja! ¡Sueño con ser regordete!”. Y no solo eso, sino que con gusto cambiara su cuerpo por el mío el día que la tecnología lo haga posible. Cool!

Fuma Marlboro Lights como una chimenea

Estaba fumando treina marlboros rojos al día ay luego me pasé a los lights, y ahora estoy fumando sesenta al día. ¡Es ridículo! Se supone que voy a dejar de fumar pronto por completo, pero no puedo…

¿Te preocupa la mortalidad? Cada vez que enciendes un cigarrillo, ¿te imaginas pudriéndote en una sala de enfermos de cáncer? 

No. Me encanta la muerte. Cuanta más muerte mejor. Creo que es algo bueno. ¡Ja, ja, ja!

¿Has leído “Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo”, de Allen Carr?

¡Oh, sí! Leí el libro, escuché las cintas. ¡Puse de mi parte! ¡Fui a un -shhhh- “hipnotizador de renombre” Fue vergonzoso. Pasados veinte minutos no estaba ni cerca de quedarme dormido. Solo le escuchaba hablando sin cesar y me dolía mucho el culo. Quiero decir, me dolía muchísimo el culo, pero no me atrevía a moverme, porque podría avergonzarnos a los dos, porque yo fingía estar hipnotizado. No podía decirle: “Disculpe, ¿le molesta que mueva el culo de lugar?”. 

Bowie se retiró a Berlín, con el igualmente demencial Iggy Pop.

Comencé a hacer amigos por primera vez. Sé que suena extraño, pero no tenía mucha gente a la que enfrentarme y decirle: “Mi vida no es como la tuya”. No conocía a nadie, de verdad. Iggy era una de las pocas personas que conocía, pero apenas. Aún somos muy cordiales el uno con el otro y tenemos esa especia de cuidado entre nosotros. En el mejor de los casos, el vínculo que tenemos es débil. No podría decir que fuéramos amigos del alma…

¿Alguna vez te miras al espejo y piensas: “Carajo… ¡es David Bowie!”?

¡Ja! Hace mucho que no hago eso. Creo que lo más cerca que he estado fue tratar de emocionarme conmigo mismo. Decirme a mí mismo que soy muy bueno. Siempre he tenido un problema al respecto. 

¿Por tu falta de confianza?

Sí, es terrible. Tiempo atrás era muy importante para mí creer que era muy, muy grande en lo que que hacía, ehhh…

¿Pese al hecho de que todos querían lamerte el culo?

Sí, sí. No me creía todo aquello. No. Siempre tuve un problema grave con mi valor como artista e, imagino, con mi valor como persona también. Una autoestima terriblemente baja. De verdad, diabólicamente baja. No lo creerías. 

El periodo de Tin Machine debe haber sido duro, porque no hubo Dios a quien le gustara aquello.

No. Sí, sí. Eh…, realidad yo disfruté muchísimo. Me encantaba. Me encantó la confusión que produjo. ¡Ja, ja! El hecho de que podía causar tamaña hostilidad. He tenido mucho suerte de no resultarle indiferente a nadie. La única vez que sentí algo diferente fue a mediados de los ochenta, cuando hice esos “álbumes indiferentes”, y sentí lo que era ser mediocre, ¿sabes? De hecho, lo irónico es que tanto “Tonight” y, mmm, el otro, no puedo recordar cómo se llamaba, eh…, “Never Let Me Down”, los dos me enseñaron una nueva lección, y es que la mierda vende. ¡Ja, ja, ja! ¡Canciones de mierda, realmente horribles!

Tin Machine, ¿te quitó de un plumazo esa cosa vergonzosa de ser una estrella de rock de mediana edad?

Te diré algo. Hazme un favor. Al volver a casa, pasa por la tienda de discos, compra una copia del álbum “Tin Machine” y escucha una canción que se llama “I Can’t Read”. Escucha esa, ¿quieres? No te pido que escuches el resto, solo escucha esa canción en particular, porque creo que es una de las mejores que haya escrito jamás. ¡De verdad!

Estuve rastreando viejos ejemplares de New Musical Express buscando un artículo y me encontré con uno sobre “lo chic que es ser nazi”, ilustrado con una foto tuya en Victoria Station, haciendo el saludo nazi con una chaqueta de cuero.

En realidad, era una chaqueta de lana.

Te disculpé unas cien veces por ese incidente, pero ahora sales de gira con Morrissey, un artista que también ha sido llevado a la hoguera supuestamente por coquetear con una imaginería sórdida de derechas, y que increíblemente, nunca sintió la necesidad de disculparse o incluso de explicar sus actos. ¿Cómo te sientes al respecto?

La verdad es que no sé cuál es su rollo. No estoy familiarizado con lo que ha estado diciendo. De hecho, esa fue una de las cosas de las que quisiera hablar con él. Cuéntamelo tú.

Así que se lo cuento. Le cuento a señor Bowie que lo que de verdad molestó a la gente fue la elección del momento oportuno, cuando Morrissey, en lo que parecía ser un ataque de arrogante rencor artístico, ignoró todas las críticas y negó la necesidad de tener que explicar sus actos en un momento en el que estaban lanzando bombas incendiarias a los trabajadores inmigrantes turcos en Alemania, en el que un partido abiertamente nazi ganaba un escaño en el consejo de Bermondsey, y en el que los “nuevos nazis se jactaban y se sentían lo bastante confiados para comenzar a deambular por las calles buscando negros y asiáticos para desfigurarlos y asesinarlos. El paralelismo con el coqueteo con el fascismo de Bowie en 1976, en un momento en el que el Frente Nacional Nazi (predecesor del Partido Nacional Británico) cosecha los frutos de un ascenso de popularidad real y terrorífica, era obvio. 

Vaya, puedes ser muy espeso cuando quieres. Yo tenía esta obsesión morbosa por lo que se entiende como ‘misticismo’ del Tercer Reich. Las historias de las SS que venían a Inglaterra en búsqueda del santo grial, ese era el aspecto que en verdad me atraía en el estado drogado y enfermizo en que me encontraba. Aunque ahora parezca absurdo, simplemente no se me ocurrió que lo que estaba haciendo tuviera alguna relevancia. Mi interés predominante estaba en la cábala y el crowleyismo  (por Aleister Crowley). Todo oscuro, un tanto escalofriante y apocalíptico del lado equivocado del cerebro. 

¿Crees que esa cuestión del magick tiene la capacidad de afectar el mundo físico?

No, creo que esas cosas se convierten simplemente en sostenes simbólicos de lo negativo. Yo me encontraba en un estado de ánimo muy adolescente, incluso cuando ya no lo era. Las drogas prolongaron el estado de la adolescencia. O pueden prolongarlo en cualquier caso; a mí ciertamente, me lo prolongaron.

Tus entrevistas recientes han enfatizado la naturaleza “artística” de Outside y tú también hablaste mucho sobre “el espíritu”.

Acababa de leer un libro de John Berger, ‘Modos de ver’, y en él se explica que el arte, en realidad, se trata de una ‘falsa religiosidad’. 


Yo sé que buen parte de mi generación leía en serio. Todo aquel que uno conocía en ese periodo leía al menos un libro al mes. La forma en que se accedía a la información era mucho más lenta, más deliberada y, hasta cierto punto, más profunda. No estoy diciendo que fuera necesariamente algo bueno. No se lee ya de ese modo y no es algo despectivo, simplemente las cosas son así.

Fuente: Bowie por Bowie - Entrevistas y encuentros con David Bowie - Sean Egan - Libros Cúpula.

No hay comentarios:

Publicar un comentario