New Musical Express - John Robinson, 2 de diciembre de 2000
David Bowie hizo de todo. Experimentó con drogas y con el teatro japonés (aunque no al mismo tiempo), con Nietzsche y con el funk rock (casi al mismo tiempo). Fue estudiante de mímica. Escribió una canción sobre gnomo de jardín que nadie parece olvidar. Estuvo en la cima, luego desechó el éxito para formar una banda con unos hombres vestidos de traje gris. Fue la cara publicitaria de los helados Luv y apareció en una película de ciencia ficción sin el consentimiento de unos genitales convencionales. Tuvo un “periodo alemán”, del que hablaremos, y se abrió a las posibilidades que ofrece internet, de lo que no hablaremos.
Siempre he citado cuáles eran mis influencias - dice Bowie- . Sentía que era importante que la gente viera qué elementos se reúnen en una etapa dada. Yo dejo que las personas sepan lo que está pasando por mi cabeza. A menudo me divierte ver bandas que mienten sobre lo que están escuchando, porque no quieren que se sepa quiénes son sus influencias reales. Dejan un rastro de pistas falsas. Es, cuando menos, poco sincero. Siempre me encantó el proceso de trabajo, ver cómo ser forman las cosas.
Un tipo fácil de llevar, Andy Warhol, ¿verdad?
Nah, absolutamente imposible. Me daba la impresión de que no había nada dando vueltas ahí dentro. Nunca pude averiguar si era una reina muy afortunada a la que le gustaban los colores brillantes y que tuvo un golpe de suerte, o si había un filósofo en él. Nunca pude saberlo. Creo que era mitad y mitad, la verdad. Luego me encontré con aquel grupo, que trabajó para mí en los setenta. El elenco de Pork -una obra de teatro de Warhol—. Fue un periodo extraño.
Iggy es mucho más abierto a diferentes maneras de trabajar. Escribí mucha música para Iggy. Le proporcionaba secuencias de acordes y, en algunos casos, de una melodía en concreto. Le decía: “Jim, esta canción me da la impresión de que trata sobre el Lejano Oriente…”, o sobre un conjunto de circunstancias en particular, o lo que fuera. O quizá le daba una idea y él iba deprisa a un rincón y en cinco o diez minutos tenía una letra que reflejaba de algún modo algo que habíamos hablado. Era mucho más colaborativo. Por lo que yo recuerdo, no escribí nada para Lou. Fue una cuestión de “este es el material de Lou, popularicémoslo”. Con Iggy fue más: “¿Qué quieres hacer, hijo?”. En los primeros discos, intenté hacerle cantar en lugar de simplemente seguir con los Stooges, y creo que eso le ayudó a encontrar su voz.
Impulsar esta cantidad de trabajo empezaba sin embargo a pasarle factura a Bowie. Recurriendo frecuentemente al tradicional y sustancioso “desayuno de músico”, Bowie podría estar creando una música extraordinaria, pero esencialmente estaba llevándose a sí mismo al borde del abismo. En términos de influencias “no musicales”, las drogas tenían un papel significativo.
La verdad es que no las usaba con fines hedonistas. No salía demasiado en realidad. No es que estuviera todo el tiempo fuera, yendo a clubs y todo eso; nunca lo hice. Simplemente trabajaba. Trabajaba días seguidos sin dormir. No era un estado eufórico, alegre. Me estaba llevando a mí mismo a un punto de locura. Probablemente, comenzó sobre todo en la época de ‘Diamond Dogs’, y de entonces en adelante fue, como habría dicho Trent Reznor, “una espiral decadente…”.
LOS ÁLBUMES MÁS INFLUYENTES DE BOWIE
Hunky Dory (1971)
La influencia de Nueva York en todo su alcance, ejemplificada en la canción “Andy Warhol” al igual que en “Queen Bitch”, un tema que tenía una nota al pie en el texto que acompañaba al disco: “White Light volvió para dar las gracias”. Suena como un Velvet Underground glamuroso.
No creo que Andy Warhol me haya influido tanto como a la gente le gusta imaginar. ¿Qué me gustaba de él? Algunas de sus citas. Que todo podría ser reproducido. Esa idea era genial. Él, como personaje, no era alguien que yo quisiera que formara parte de lo que hacía. Fue por medio de Lou y de la Velvet por quienes tuve un interés fugaz en Warhol.
The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars (1972)
El personaje de Bowie como estrella del rock trágica. Mick Ronson aporta los riffs, mientras la banda llevaba maquillaje y botas de policía montada de un pie de altura. La bowiemanía entra en erupción.
Esa fue la primera polinización cruzada que hice que realmente tuvo éxito. Tomé lo que me parecía emocionante de la cultura occidental, lo degeneré y lo hice muy colorido. Lo que estaba sucediendo en Japón, en las artes gráficas o en la moda. Un cierto tipo de mirada. Muchos de los cambios de vestuario estaban basados en el teatro ‘kabuki’, y pensaba que era un híbrido interesante de lo oriental con lo occidental. Aunque no creo que mucha gente hiciera esa asociación.
Station to Station (1976)
La foto de cubierta es de la película El hombre que vino de las estrellas. Por dentro no es menos demencial: maniobras kraftwerkianas en el tema que da título al álbum, el rarísimo funk de “Golden Years” y “Wild Is the Wind”, de Dimitri Tiomkin, la mejor versión que Bowie haya hecho nunca.
Mientras vivía en California, en la época de ‘Station to Station’, estaba experimentando con el nuevo sonido europeo, y esa es la razón de la respuesta tan sentida a lo europeo en ese álbum, porque tenía punzadas de nostalgia y estaba entusiasmado con lo que estaba sucediendo allí. Y volví a estar en contacto con Brian Eno. Esas dos cosas… pensé: “Este camino que he tomado va a ser maravilloso”.
Low (1977)
La portada es un juego: un plano de Bowie de perfil sugiriendo la naturaleza de “bajo perfil” del disco. Instrumental a medias. Excelente interpretación de la canción proto-Weller, “Be My Wife”.
Fue hecho en Francia, pero bajo la influencia de las bandas de Düsseldorf, Harmonia, Kluster, Neu!, Kraftwerk. Es el Liverpool o el Seattle de Alemania. “Be My Wife” le debe mucho a Syd Barret en realidad. No a los Floyd en sí, como comprenderás. Él fue tan importante como Bolan. Boley y yo solíamos verlo como el hombre de finales de los sesenta. El hecho de que o cantara con acento norteamericano fue muy importante. Digamos que era genial porque podía hacer rock and roll en inglés británico.
Heroes (1977)
Otra vez, a medias instrumental. El tema que da título al álbum, podría decirse, es la canción más longeva de Bowie.
Ese tempo y ese ritmo tan lento y pesado, ambas cosas provienen de “Waiting for the Man”, y la secuencia de acordes es… lo que es. En buena medida, yo me había recuperado de mi bajón emocional, y sentía que volvía a ser quien debería haber sido siempre. Sentí que había una sustancia que moldeaba mis sentimientos, y supongo que también había una cierta sanción, espiritual y emocional, en ello. En ese nivel, trata tanto sobre mí como sobre los protagonistas de la canción. “Podemos salir de esto. Estaré bien, en lo que a mí respecta”.
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