martes, 17 de marzo de 2020

Entrevista New Musical Express - 13 de septiembre de 1980


New Musical Express (Reino Unido), Angus Mackinnon, 13 de septiembre de 1980

A pesar de la interferencia de larga distancia de Barbara DeWitt, que fue nombrada agente de prensa de Bowie a lo largo de todo el mundo y que me llama desde Los Ángeles para decirme que tendré “alrededor de una hora con David”, y a pesar de la incompetencia de los responsables de la oficina de RCA de Chicago, que solo pueden permitirme escuchar cinco temas de “Scary Monsters” y no dejan estúpidamente de hablar sobre el “increíble aporte creativo” de Bowie, el fotógrafo Anton Corbijn y yo llegamos temprano al Blackstone esa noche de jueves. Ambos nos encontramos brevemente con Bowie al terminar la obra la noche anterior, pero nuestra impresión fue, en el mejor de los casos, fugaz.

Estamos detrás del escenario y nuevamente nos escoltan hasta el estrecho camerino de Bowie. Anton pregunta si puede sacar fotos durante la entrevista, pero Bowie lo rechaza firmemente: “Nunca dejo hacerlo. Nunca. Me parece que entretiene demasiado”. Salen Anton y Coco Schwab, la enigmática asistente personal de Bowie -una chica reservada pero amable que está trabajando con él desde hace seis o siete años-, que le acompaña adonde vaya, y que adopta una actitud perceptiblemente protectora hacia él. 

En “El hombre que vino de las estrellas” casi no actúas, por así decirlo, simplemente te sublimas a ti mismo a eso que llamas la disciplina de Roeg, mientras que en “Gigoló” obviamente tratas de actuar tenazmente y el resultado es pésimo, verdaderamente espantoso.

Sí, la película fue una mierda (ríe a carcajadas), una auténtica mierda. Todos los que intervinieron en ella, cuando se encuentran ahora, miran hacia otra parte (se cubre la cara con las manos y ríe).

Volviendo un poco atrás, ¿qué hay de la música que escribiste para “El hombre que vino de las estrellas?

Bueno, solo una pieza sobrevivió y se convirtió en “Subterreneans” de “Low”. La verdad es que no puedo recordar los detalles, pero hubo una gran discusión, no entre Nic y yo, porque nos mantuvimos lejos de eso, yo no quería discutir con Nic.  Fue una discusión con la producción, que tuve con British Leon, un par de… personas inusuales que estaban armando la película.

Yo tenía la impresión de que iba a escribir la música para el filme, pero cuando terminé cinco o seis temas, me preguntaron si me importaba presentar mi música junto con la de otra gente… Y yo me dije: “Mierda, no has entendido nada”. Estaba tan furioso. Había trabajado tanto en ello. 

De hecho, quizá mi música también le hubiera dado una imagen completamente diferente a toda la película. La terminé y, desde luego, me dio pie a entrar en un ámbito diferente, considerar mi propia capacidad para lo instrumental, algo que no había hecho demasiado en serio antes. Ese ámbito de pronto comenzó a entusiasmarme, algo que nunca había considerado hacer. Y fue entonces que tuve el primer pálpito de que trataría de trabajar con Eno en algún momento. 

Fue el primer álbum en el que pensé seriamente en Cristo, en Dios, con cierta profundidad y “Word on a Wing” fue una protección. Surgió como una reacción contra los elementos que encontré en la película. La pasión en la canción era genuina. Fue también por esa época cuando comencé a pensar en llevar esto (señala la pequeña cruz de plata que cuelga de su cuello) otra vez, lo que ahora es una especie de sobrante de ese periodo.

Todo fue un plan de escape preparado por un par de amigos míos -no diré quiénes- que me ayudaron a salir de Estados Unidos o a regresar a Europa, como quieras verlo. Toda la gira de “Station to Station” fue hecha bajo coerción. Yo estaba completamente fuera de mí, completamente loco. De verdad. Pero con lo que estaba funcionando era principalmente, en lo que respecta a todo lo de Hitler y la derecha, con la mitología. 

Están escribiéndose novelas “pulp” sobre la cuestión, esa conexión entre la literatura artúrica, la leyenda y el Reich. Está The Spear (La Lanza), de James Herbert, y Black Camelot, de Duncan Kyle: las SS y los castillos del santo grial material muy subversivo y peligroso, sabes…

Si lo sé. Solo que demasiado bien. Es tan astuto y, claro, lo primero que me pasó cuando volví a Berlin fue que tenía que enfrentarme a ello, porque toda la gente que era amiga mía allí era, naturalmente, de extrema izquierda. 

De pronto, estaba en una situación  en la que me encontraba con gente joven, de mi edad, cuyos padres habían pertenecido a las SS. Esa fue una buena manera de despertar y salir de este dilema en concreto, y empezar a funcionar de un modo más ordenado, no totalmente ordenado, pero ya sabes… Sí, regresé a Europa dándome de bruces contra la tierra.

Y Los Ángeles, allí fue donde todo había sucedido. Ese maldito lugar debería ser borrado de la faz de la tierra. Tener algo que ver con el rock and roll e ir a vivir a Los Ángeles es, creo, ir directo al desastre. Realmente es así. Incluso Brian Eno, que se adapta tan bien y es bastante versátil, como yo, y ahora está viviendo en entornos extranjeros y extraños, no podría durar allí más de seis semanas. Tenía que salir. Pero él fue más listo: se fue mucho antes que yo. 

Bien, entonces, tuviste una especie de desestabilización maníaca en Los Ángeles, y luego un reajuste en Berlín, al menos hasta cierto punto. Pero otra vez, hacia el final de “Red Money”, en “Lodger”, hay un verso que dice “la responsabilidad va por cuenta mía y tuya”, mientras que en “Up the Hill Backwards”, del nuevo álbum se sugiere más bien la admisión de la derrota, o, si no, al menos se da a entender que hay una cagada que todos nosotros yo, o cualquiera, hemos cometido respecto al estado de las cosas.

Bueno…, ¿admitido? La verdad es que no estoy de acuerdo con ese punto de vista, sabes. Por divagar durante un momento, yo aún adopto la mirada de que la música carga su propio mensaje en sí misma, instrumentalmente quiero decir. Las letras no hacen falta, porque la música ya tiene un mensaje implícito en sí misma; se defiende explícitamente. Si no fuera así, la música clásica no habría tenido éxito hasta el punto en que lo tuvo, al marcar un punto de vista definitivo, una actitud que presumiblemente no pueda ser expresada con palabras.

Por eso me pone furioso que no hayas escuchado todo el álbum, porque las letras por sí solas no son nada sin el subtexto secundario que aporta el arreglo musical, el cual es muy importante en una pieza de música popular. Me enoja mucho -y no estoy diciendo que tú estés haciéndolo- cuando la gente se concentra solamente en la letra, porque eso da a entender que no hay ningún mensaje declarado en la música misma, lo cual barre cientos de años de música clásica. Ridículo.


Si ese es el caso, entonces supongo que más vale que me concentre en lo que he oído y visto. El vídeo de “Ashes to Ashes” es muy llamativo. ¿Lo dirigió David Mallet?

Ese fue el primero que dirigí. Bueno, no, me cruzaré con él aquí. Los otros tres que se realizaron para “Lodger” estaban codirigidos, si consideramos que le di a David un control total sobre lo que quería que se hiciera. Pero, en este caso, yo mismo elaboré un guión gráfico, de hecho, lo dibujé cuadro a cuadro. Él lo editó exactamente cómo yo quería y me permitió decir públicamente que era el primero que yo dirigía. Siempre quise dirigir y esa fue una gran oportunidad de comenzar, sacarle un poco de dinero a la compañía discográfica y luego jugar un poco. 

¿Qué hay de esta nueva versión, más simple, de “Space Oddity?”

Yo estuve de acuerdo siempre que pudiera hacerla nuevamente sin tantos artilugios, hacerla estrictamente con tres instrumentos. Tocándola solo con una guitarra acústica sobre el escenario, siempre me sorprendió lo poderosa que era, sin todas esas cuerdas y sintetizadores. De hecho, el vídeo era secundario; quería en serio hacerla como una canción de tres instrumentos. 

Para cambiar de tema, dime algo sobre “Fashion” y la primera parte de “It’s No Game”.

La letra japonesa de la primera, “It’s No Game”, es exactamente igual a las demás, aunque en la primera hay una suerte de enfoque animal por mi parte. Además, me repito como un loro, pero en japonés; hay una joven japonesa, amiga mía, que dice la letra de manera tal que niega toda la idea sexista de lo remilgadas que son las japonesas. Ella es como una samurái a la hora de marcar el ritmo. No es ese tipo de pequeña geisha, cosa que me saca de mis casillas, ya que ellas no son así en absoluto.

¿Y “Fashion”? Mencionas al “escuadrón de bobos”, ¿fascistas?

No, en realidad. Tiene más que ver con esa fascinación por la moda. Estaba tratando de despegarme un poco del concepto de “moda” de Ray Davies para sugerir una razón -a regañadientes e insegura- de por qué lo hacemos. Uno “tiene” que hacerlo, es como ir al dentista  y que te perfore los dientes. Quiero decir, tienes que hacerlo, aguantarlo a pesar del miedo y del esfuerzo. Esa es mi sensación con respecto a la moda, que parece contener en sí un elemento demasiado deprimente. 

Las discotecas norteamericanas a las que iba a principios de los setenta en Nueva York, cuando se suponía que eran la última moda en la ciudad, bueno, nunca sentí esa desalentadora sensación que uno tiene ahora. Hay algo de eso. Debo decir que lo sentí cuando estaba en Londres. Me llevaron a un lugar extraordinario… ¿Steve Strange? Dios, ¿cómo se llamaba? Todos iban vestidos con ropas victorianas. Supongo que era parte de la novísima ola o la ola permanente o… lo que sea. 


La tarde del viernes nos encuentra a Anton y a mí esperando a Bowie y a Coco en un pequeño y sórdido bar frene al Blackstone. Llegan a tiempo y Bowie, compartiendo la alegría de Anton por haber encontrado “That’s what God’s Face Looks Like” en la máquina de discos, accede a la petición del fotógrafo de hacer una sesión allí, en ese mismo momento, no sin antes consultar antes con Coco.

¿Por qué elegiste hacer la canción de Tom Verlaine, “Kingdom Come”, en el nuevo álbum?

Ese corte en particular era simplemente uno de los más atractivos de su álbum. Siempre quise trabajar con él de una u otra forma, pero no había considerado hacer una de sus canciones. De hecho, fue Carlos Alomar, mi guitarrista, quien sugirió que hiciéramos una versión, porque es un tema adorable. 

¿Tienes un control total sobre lo que RCA pone bajo tu nombre?

Oh no, ellos sacan cosas sin mi aprobación. “Velvet Goldmine” es la primera que me viene a la memoria. Todo sucedió si que yo tuviera la oportunidad de escuchar la mezcla; la mezcló otra persona, es increíble. 

Existe el rumor de que RCA no estaba conforme on “Lodger”.

Es cierto. No estaban conformes con “Low” tampoco. En aquel momento el único comentario que recibí de ellos fue: “¿Podemos buscarte un nuevo amigo en Filadelfia?”, para que yo pudiera hacer otro “Young Americans”. Esa era la actitud que tuve que afrontar. 

“Red Sails” de Lodger, ¿la influencia de Neu allí es intencional?

Sí, definitivamente. Esa batería y ese sonido de guitarra, en especial, es casi como un sueño. Sin embargo, los momentos de diferencia son producto de Adrian Belew. Él nunca los había escuchado. De modo que le conté la atmósfera que quería y llegó a las mismas conclusiones a las que había llegado Neu, lo que para mí estaba bien. Ese sonido de Neu es fantástico. 


Pasando nuevamente a “Teenage Wildlife” en Monsters, ¿está dedicada a alguien en particular?

Creo que no… Si tuviera una suerte de hermano menor mítico, creo que podría habérsela dedicado a él. Es para alguien que no está preparado mentalmente.

¿Para enfrentar qué?

La conmoción que supone reafirmarte a ti mismo en la sociedad cuando tienes valores nuevos que ella no comparte… Creo que el hermano menor soy yo mismo de adolescente.


Preguntas obvias que, supongo, estoy obligado a hacer: ¿qué piensas de Gary Numan, John Foxx, y todos los clones de “Diamond Dogs”?

Solo tengo una opinión de ellos porque me han preguntado al respecto; antes no la tenía. Ya contesté preguntas sobre Numan este último mes. Foxx, creo que él rehuye eso; pienso que hay más diversidad en lo que hace y en lo que podría hacer. 


¿Sientes en algún momento que estás en peligro de representar mal a las culturas con las que te encariñaste?

No creo que por utilizar un emblema o un motivo japonés o africano trate de representar a toda la cultura. Pensé que era bastante transparente que solo se trataba de mí procurando vincularme con una determinada cultura. Ni en mis sueños más locos pensaría en tratar de representarlas. 

¿No tienes que eres demasiado viejo ya para escribir canciones de rock?

Ya no sé que parte de lo que escribo es rock. ¿Música entonces? No creo que sea demasiado viejo para escribir la música que escribo en cualquier caso. Eso que he dicho es algo extraordinario. Quiero decir… ¡Dios Santo!, ¿cuándo fue la última vez que escribí una canción de rock? ¿Lo recuerdas tú? Estoy jodido si puedo recordarlo.

No puedo escribir como un joven. 

¿Crees que parte de tu público creció junto a ti, por así decirlo?

No necesariamente. Mi público disminuyó notablemente con el paso del tiempo. 

¿Te molesta?

No, en absoluto. 

¿Y te molesta financieramente?

Sí. En esos términos, no es algo que uno haga por el dinero que los rockers puedan cobrar. Y, además, claro, nunca hice dinero con las giras. Nunca. Nunca. 



Aun se siguen refiriendo a mí como el bisexual de pelo naranja. Bien, eso es lo que soy aquí. Y punto. Nada. Na hay nada más.

Después de todo, si alguna vez existió un país de estereotipos e iconos, este es uno de ellos. Si no te puedes aislar, te señalarán hasta que encuentren algo tan superficial y concreto para que se convierta en la bandera que van a quemar.

O en el ataúd donde enterrarte.

Absolutamente. Mucho más en Inglaterra o en Europa en general. El otro pueblo que tiende a hacer eso, por mucho que me guste, es el japonés. Siempre salen con -ismos también.

Pero allí el proceso es al revés, el Japón que fue invadido culturalmente por Estados Unidos.

Oh seguro. Y desde luego que Hau un gran antiamericanismo allí. 

¿Qué es lo que sigue fascinándote de Japón?

Para mí, es una representación física -o bien yo lo leo en esos términos- de los grandes avances modernos equilibrados precariamente con un viejo modo mitológico de pensar y de ser. 


No es infrecuente que me despierte una mañana fría y desee estar en Kioto o en algún lugar así, y en un monasterio zen. Ese deseo dura al menos los cinco o seis minutos antes de ir a fumar un cigarrillo y tomar un café y salir a dar un paseo por la calle para quitármelo de encima. Esa idea de estar controlado por un conjunto de valores estéticos es recurrente en mí.

Aún tengo la quimera de que, cuando sea viejo, me marcharé al Lejano Oriente a fumar opio y llegar a una suerte de felicidad vaga y eufórica. 

Volviendo a la cuestión de la clase media. ¿Podrías extenderte sobre lo que verdaderamente te molesta de ella?

Creo que restringe mi pensamiento…

¿De qué forma en particular? ¿Moralmente, estéticamente?

Estéticamente. Moralmente, nunca me afectó tanto, me acerco a las cosas de una manera un poco bárbara en lo que respecta a la moral. Tiene más que ver con valores estéticos dentro de mi propia escritura. Lo que escribo es tan insuficiente…

¿Comparado con qué? ¿Comparado con lo que escribe la gente a la que admiras?

Comparado con Genet. Sí, me pongo delante de otros escritores y encuentro que mi sensibilidad se frustra, que es bastante sosa y que… me enfurece. 


Creo que tengo un principio, pero no podría definirlo. Insisto, no quisiera hacerlo; hay un peligro en definir eso en particular. Hay también un valor espiritual particular que encuentra muy difícil de poner en palabras y creo que ese es mi principio, el mío. Pero viene y se va, se esconde, se pierde y reaparece, antes que ser como un arroyo con el que te cruzas cuando estás caminando por el bosque. Lo ves a veces, chispea y desaparece. Y eso me enfurece, que desaparezca. Y yo debería estar contento por ello, porque es el curso natural de las cosas, pero cuando desaparece, lo que creo que se conoce como un bloqueo, es una de las sensaciones más frustrantes que existe. 


El problema más grande llega cuando me pregunto por qué algo de todo lo que compuse deba tener alguna importancia para alguien. Y eso es algo con lo que me encuentro cada vez más, con el temor a que mi contribución no sea suficiente. 




En lo que respecta a las canciones en concreto, no creo que estén pensadas para una determinada época. No creo que importe en realidad si fueron lanzadas hace dos años o dos años después. Creo que son piezas de música que podrían escucharse en cualquier momento. Pero tengo que tener en cuenta eso cuando estoy grabando algo, si voy a querer o no escucharlas nuevamente al cabo de unos años. 
Fuente: Bowie por Bowie - Entrevistas y encuentros con David Bowie - Sean Egan - Libros Cúpula.

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