New Musical Express (Reino Unido) Gordon Coxhill , 15 de noviembre de 1969
Fui el equivalente masculino a la rubia tonta durante unos años y estaba empezando a perder las esperanzas de que la gente aceptara mi música.
Sinceramente, deseo que se me reconozca como compositor, pero les pediría que no escarben demasiado profundo en mis canciones. Ocurra o no, en ellas no hay nada más que palabras y música que escuchas una sola vez.
Veo que te fijaste en que mis canciones rara vez tratan sobre la relación de un chico y una chica. Se debe a que nunca tuve traumas con las chicas.
Me niego a cortarme el pelo o cambiar mi aspecto por quien sea. Estoy bastante contento con cómo me veo, y la gente tendrá que aceptarme tal y como soy sin preocuparse en absoluto.
Este negocio quizá te mantenga mentalmente joven, pero físicamente me siento casi de mediana edad. A menudo me arrepiento de no llevar una vida más normal, de adolescente. Desde los dieciséis años que no le doy a una pelota de fútbol con mis amigos, desde hace siglos no hablo con una chica como un adolescente normal y, lo creas o no, es algo que echo de menos.
No quiero ser uno de esos cantantes cuyas carreras dependen de un tema de éxito y que están prácticamente muertos durante seis meses al año.
Melody Maker (Reino Unido) Michael Watts 22 de enero de 1972
Pese a que la aseveración de Bowie (“soy gay”) no fuera del todo verdadera, suponía un riesgo enorme: en aquel entonces incluso a la mayoría de los hippies y consumidores de rock les repelía la homosexualidad. Pero la táctica dio sus frutos tan perfectamente como predigo ante Watts. A propósito, este reportaje contiene, además, otra de ls citas famosas de Bowie: la de convertirse en algo enorme antes de estrellarse contra la Tierra. La primera parte de esa predicción se cumplió.
En Estados Unidos se refirieron a él como el Bob Dylan inglés y como una atrocidad de la vanguardia, todo mezclado.
De su último álbum, The Man Who Sold the World, sacó cincuenta mil copias en Estados Unidos, mientras que aquí vendió cerca de cinco, y fue Bowie quien las compró.
Tiene talento para regar melodías pop, fuertes y simples, con palabras y arreglos llenos de misterio e indicios oscuros.
Todos saben que este año David va a ser una superestrella inusual en el mundo entero, él más que muchos. Sus canciones siempre están tres años por delante de su tiempo, pero esta vez anticipó la tendencia. “Voy a ser alguien muy grande, y eso es algo bastante aterrador en cierto modo -dice, con sus grandes botas rojas apuñalando el aire al compás de la música-. Porque sé que cuando alcance la cima y sea hora de desaparecer, habré dejado huella.”
Es tan marica como unas maracas, con su mano quebrada y su vocabulario provocador. “Soy gay -dice- y siempre lo fui, incluso cuando era David Jones.” Pero lo dice con una jovialidad pícara, una sonrisa secreta en la comisura de los labios. Sabe que en estos tiempos es permisible actuar como una loca, causar sensación y despertar la indignación, algo por lo que el pop luchó a lo largo de toda su historia, solo por tocar las pelotas.
Comenzó a llevar vestidos de cualquier género hace dos años, pero dice que antes había hecho cosas más escandalosas que simplemente no eran aceptadas por la sociedad. Es algo reciente, señala, en los dos últimos años la gente se ha relajado respecto a la idea de que existan personas bisexuales en el mundo, “y -qué horror- los homosexuales”. Sonríe, disfrutando de la apostilla.
“Lo importante es que yo no tenga que cargar con ellos. Quiero seguir así hasta que la moda haya acabado. Solo soy un gamberro cósmico, supongo. Siempre tuve un estilo definido en cuanto a la ropa. Yo mismo la diseño. Yo diseñé esto.” Se para en seco para señalar con la mano lo que lleva puesto. “Es que no me gusta la ropa que se compara en las tiendas. No es que lleve vestidos todo el tiempo en cualquier ocasión. Cambio todos los días. No soy escandaloso, soy David Bowie.”
A causa de que su música está arraigada en esta falta de conciencia, admira muchísimo a Syd Barret. Cree que el enfoque de libre asociación de Syd le abrió las puertas; ambos, piensa, son un producto de sus propias canciones. Y si Barret fue quien allanó ese camino, luego Lou Reed e Iggy Pop lo mantuvieron en marcha desde entonces, y le ayudaron a expandir el inconsciente. Él, Lou e Iggy, dice, van a tomar el mundo entero por asalto. Ellos son los compositores a los que admira.
Su otra gran inspiración es la mitología. Tiene una gran necesidad de creer en las leyendas del pasado, particularmente en aquellas sobre la Atlántida; y por esa misma necesidad elaboró un mito llegado del futuro, la creencia en una raza de superhombres llamada Homo superior cuya llegada es inminente. Es su única luz de esperanza, dice: “Todas las cosas que nosotros no podamos hacer, las harán ellos”.
Esta creencia es producto de la resignación que siente ante la forma en que la sociedad se ha movido en general. No tiene demasiada esperanza en el futuro del mundo. Hace sin año decía que le daba a la humanidad unos cuarenta años más de vida. Un tema de su próximo álbum, que resume esta convicción, se titula “Five Years”. Es fatalista, un pesimista confirmado, como puede verse.
New Musical Express (Reino Unido) Charles Shaar Murray, 22 y 29 de julio de 1972
No pienso que pueda considerárseme experto en ningún instrumento. Tengo una fuerza creativa que encuentra su canal de expresión en la música.
Nunca voy a intentar tocar música negra, porque soy blanco. ¡Singularmente blanco!
El rock and roll que escribimos, definitivamente, estaría dentro de la esfera de la Velvet, porque esa es mi mayor influencia dentro del rock and roll, más que Chuck Berry, el arquetipo.
Yo, ciertamente, no comprendo la mitad de las cosas que escribo. Puedo volver sobre una canción que acabo de escribir, y significa una cosa cuando la escribo y otra cosa completamente diferente luego, debido a mis nuevas circunstancias, por una u otra razón. Mucha gente me ha hablado -en especial, norteamericanos- sobre el significado de mis canciones.
Pero Estados Unidos está hecho por académicos. Son muy alemanes en ese sentido. Al reconocerse inconscientemente como una nación nueva que no aceptó las raíces del Viejo Mundo, se mueren por tener una cultura propia tan pronto como sea posible. Cualquier cosa que se rechace es absorbida por los medios y se vuelve parte del estilo de vida norteamericano.
Si uno puede burlarse de algo y ridiculizarlo, es porque no está tan asustado. La gente es tan increíblemente seria y está tan asustada respecto al futuro, que me gustaría transmitir las sensaciones opuestas, crear una ola de optimismo. Si pudiera poner el micrófono en el futuro y en lo que va a ser…
Sería terriblemente tecnológico. No habrá un sistema triangular, no vamos a volver al orden real de las cosas. Eso no va a suceder.
“Starman” puede ser interpretada como “hay un hombre de las estrellas diciendo: bailad, chicos”. La idea de que haya cosas en el cielo es de hecho bastante humana y real, y deberíamos estar un poco más contentos con la perspectiva de conocer gente.
Siempre me entusiasmaron los espectáculos visualmente interesantes, me cautivan. Me gusta que la gente tenga pretensiones.
Tengo una gran imaginación. No soy un vegetal. Me gusta que mi imaginación corra libre y pensé: “Bueno, si a mí me pasa, tiene que producir lo mismo en los demás, porque yo soy simplemente una persona”. No tengo mucho de superhombre. Pero, de todas formas, me alegra haberme aferrado a esa idea, la verdad.
Sí, admito a Zappa pero, una vez más, en ese caso prefiero a Charlie Mingus. Me gusta que mis parodias sean un poco más suaves, porque soy una persona pacifista por naturaleza y la hostilidad, en la forma que sea, incluso mental, no me parece atractiva.
Soy una persona mansa por naturaleza. No soy hostil. No creo que sea un intérprete agresivo tampoco. Me gusta cómo desarrollo mi relación con el público, que transcurre a un nivel muy humano y de forma bastante amistosa.
“Black Country Rock” la “bolanicé”. Hago eso con mucha gente.
Otro disco sería el álbum Oh Yeah, de Mingus, particularmente “Ecclusiastics”, que me produjo un placer enorme. Me parecía muy adelantado, muy 1990 -muy 2001- todo ese álbum. Yo estuve en esa clase de jazz.
Buena parte de The Man Who Sold the World, pese a que fue de los mejores álbumes que haya hecho,. Fue un periodo completamente traumático.
New Musical Express (Reino Unido), Charles Shaar Murray, 27 de enero de 1973
La naturaleza excepcional de los dones de David Bowie como compositor en ocasiones ocultan su excelencia al interpretar obras de otra gente. Su interpretación de “La mort” es cautivadora, dramática, sin apenas caer en el reino engañoso de la exageración, y demuestra una empatía devastadora hacia la letra.
Disfruto de estar en la cuerda floja. Me produce un entusiasmo que necesito para la vida.
Supongo que si no estuviera trabajando en la música, aún seguiría viajando. Soy muy aficionado a viajar, a moverme de una sociedad a otra.
Siempre me sentí el vehículo de algo, pero nunca llegué a saber de qué. Me parece que todo el mundo, en algún que otro momento, tiene una sensación similar: que no está aquí solo por sí mismo, y, por lo general, se vuelve hacia la Biblia y considera que probablemente se trate de Jesús, de Dios y de todo ese aspecto de la religión. Hay una sensación de que estamos aquí para otro propósito. Y, en mí, es muy fuerte.
Por lo general, elijo diferentes épocas y voy hacia atrás y selecciono incidentes que pasaron en los treinta y los cuarenta, y los llevo hasta los ochenta y veo qué conclusiones podrían resultar de lo que pasó.
Pero yo soy solo un escritor. No puedo ponerme a trabajar con un ordenador. Sentiría que soy absolutamente nulo y que estoy vacío, y disfruto escribiendo e incluyendo mi propia teoría de la probabilidad en mis letras. No sería necesariamente algo muy preciso. Y estoy seguro de que un ordenador nos daría una respuesta diferente de la mía.
Me pone muy nervioso dar entrevistas, pues temo repetirme incesantemente a mí mismo, como un disco rayado.
El único vínculo es “Space Oddity”. Ese es uno de los temas tras ese periodo por el que aún siento algo. “The Cygnet Committee” es otro.
Debería estar en deuda con los Beatles por haber creado ese tipo de sensación. Lo que realmente adoraba de las composiciones de Lennon era cómo jugaba con las palabras, y en su caso lo hacía extremadamente bien. No creo que nadie haya superado a Lennon en el empleo de los juegos de palabras. Yo juego más con ellas, pero Lennon podría hacerlo en una sola línea. Yo tiendo a construir toda una canción a través de ellos. Trato a mis juegos de palabras con una seriedad supina.
Debo explicar que no sé necesariamente de lo que hablo en mis letras. Lo único que trato de hacer con ellas es reunir aspectos que me interesan y encontrarles un sentido, y eso se convierte en una canción; y la gente que la escucha debe recibir lo que puede sacar de ella y ver si la información que reunió encaja con algo de lo que yo reuní, y ver qué hacer con eso en ese momento.
Lo único que digo es: “¿Te has fijado en eso?, ¿te has fijado en aquello?, ¿qué significa? Es lo único que puedo hacer con una canción. No puedo decir: “Esto es lo que hay”. ¡No puedo hacerlo porque no lo sé! ¡No sé qué hay!
Lo que hago es ordenar la información que recibo. Para el nuevo álbum compuse una canción que se titula simplemente “Time”, y pensé que trataba sobre el tiempo, y escribí mucho sobre el tiempo y la forma en la que, a veces, me siento con respecto al tiempo y la dejé sonando después de haberla grabado y, Dios, ¡era una canción gay! Y yo no tenía ninguna intención de escribir algo gay. Cuando la escuché otra vez, simplemente no podía creerlo. Lo he pensado bien y es la más extraña de todas…
Todos, salvo dos cortes del nuevo álbum, ya estaban acabados el sábado, y a este singular taladro de canciones solo les faltan las voces. Una buena razón para ello era que Bowie aún no había escrito las letras.
El material es increíblemente siniestro, y el trabajo de Garson en este álbum hará que mucha gente distinga entre los teclistas de rock que saben tocar y los que no.
Luego está “Cracked Actor”, sobre una estrella de Hollywood que envejece y empieza a salir con un joven quinceañero por motivos sexuales, pero el pobre tonto no se da cuenta de que ella está con él solo porque es heroinómana… y piensa que él podría ser un contacto. Una canción muy Hollywood y ligeramente influenciada por Iggy Pop y los Stooges, aunque hay algo de Lou Reed y algo de Randy Newman en ella también. Y luego la antes mencionada “Time”: “El tiempo se arquea como una puta” y una línea que se repite incesantemente : “Deberíamos estar allí ahora”.
Aparte de estos dos sentidos (hay además, una nueva mezcla de “Jean Genie”), están “Watch That Man”, que es tan vociferante y ardua que puedes bailar con ella, y la entrañable “Prettiest Star”, una nueva versión de una canción escrita para su esposa Anji (sic), lanzada originalmente como el sencillo sucesor de “Space Oddity”.
Melody Maker (Reino Unido) Robert Hilburn 14 de septiembre de 1974
Este no es el nuevo álbum, sino el siguiente, y a la compañía discográfica no le gusta que haga esto. Quieren que hable del nuevo, del álbum en vivo que saldrá pronto. Pero estoy tan entusiasmado con este… Lo grabamos en una semana en Filadelfia y puede decirte más sobre el sitio en el que me encuentro ahora mismo que cualquier cosa que pueda decir yo.
Creo que es lo más cerca que he hecho en un estudio para ser muy muy yo. Siempre dije que en la mayoría de los álbumes estaba actuando. Generalmente, representaba un papel.
Y este es el trabajo más próximo a conocerme de verdad, desde aquel primer álbum, Space Oddity, que era bastante personal. Estoy entusiasmado con él.
El álbum Pin Ups fue un placer. Yo sabía que la banda (los Spiders) estaba disuelta. De algún modo, fue un adiós. Diamond Dos fue el principio de este nuevo álbum en realidad.
Temas como “Rock an Roll With Me” y “1984” fueron embriones de lo que quería hacer. Probé todo tipo de cosas. No era un álbum conceptual. Era una colección.
Es aterrador tratar de hacer un álbum sin el apoyo de una banda. Y fue así por cosas mías. Ha sido mi álbum más difícil, pero fue un alivio que saliera tan bien.
Si no puedo hacer álbumes que me hagan feliz, no los haré. No irme y sacaré docenas de álbumes. Deben tener algún significado para mí.
Es solo que escribo muy rápido. Escribo mucho. Por esa razón parece que tengo tantos malditos álbumes en la calle.
Me gustaría ser reconocido como cantante. Me encantaría.
¿Cantar siempre fue una meta?
No sé. Alguna vez…, cuando era muy joven…, como a los veintidós años o algo así, me lo planteé, pero nunca me lo tomé en serio.
No tenía ningún tipo de fe en mi voz. Sabía que tenía una voz singular, pero ahora empiezo a creer que además es buena.
Quizá, simplemente, quiero ser un cantante melódico…
Una de las canciones más interesantes del nuevo álbum es “Somebody Up There Likes Me”, una advertencia sobre el peligro de la adoración al héroe.
Hay varias cosas en este álbum que están vinculadas a otras que realicé.
En serio, soy una persona con una sola cosa en la cabeza. Lo que dije durante años, bajo diferentes apariencias, es “¡cuidado, Occidente va a tener un Hitler!”. Lo enuncié de mil maneras diferentes. Esta canción es aún otra manera más.
Hubo ocasiones, francamente, en las que pude haber dicho al público que hiciera cualquier cosa, y eso es aterrador. Bueno, tengo esa responsabilidad, así que tengo que ser muy cuidadoso con aquello que hago con ella. Es necesario pensar antes un poco.
¿Como cree que responderá el público a este nuevo álbum?
Cuando estábamos grabándolo, un montón de chicos se quedaron fuera del estudio toda la noche, hasta las diez de la mañana, así que los dejamos entrar, les tocamos algunos temas del álbum y les encantaron, fue increíble. Fabuloso, porque la verdad es que no sabía qué pensarían del cambio de rumbo.
Creo que siempre sé cuándo dejar de hacer algo -dijo-. Es cuando se termina el placer. Por esa razón cambié tanto. Nunca fui de la opinión de que necesariamente sea un gesto de astucia mantenerse en una corriente de éxito si solo la replicas todo el tiempo.
Por eso tiendo a ser errático. No es cuestión de ser indulgente, no lo creo. Es solo una manera de estar seguro de que no voy a aburrirme, porque si me aburro, la gente puede notarlo. No sé esconderlo muy bien.
Todo lo que hago me aburre con el tiempo. Es cuestión de saber cuándo parar.
Ahora he concretado lo que quería hacer tres o cuatro años atrás. Planear un concierto colorido, elaborado… una fantasía…, y no creo que quiera ir más lejos con ello, aun cuando sé que puedo hacerlo.
Sé que podría hacer una producción aún más elaborada y grandiosa. Pero cuando sé que se puede hacer, ya no tengo la necesidad de hacerlo.
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