viernes, 2 de diciembre de 2016

El Pais Semanal Agosto 2003




"Ya no necesito saber quién soy. Solía creer que tenía que ser algo definido, pero cuanto más mayor me hago, menos me importa la forma en que la gente me vea. Ser un personaje ya no es una necesidad, como tampoco lo es que me llamen músico o artista o escritor".
"No puedo evitar mantener una cierta mirada posmoderna hacia el planeta. Mi corazón cree que ya no hay posibilidad de sorprender, que todo está hecho. Pero mi otro lado me dice que hay esperanza, que siempre hay algo nuevo que hacer y por lo que luchar. Estoy atrapado entre esos dos yos, lo cual es muy posmoderno". 


En 1997 dio el paso más rentable de toda su carrera: salir a la venta en Bolsa. Bowie se convirtió en la primera estrella del rock que ofrecía obligaciones de sí mismo, respaldadas por su royalties:

"Fue un golpe impresionante. Gané millones (más de 50). Obtuve por adelantado el dinero que debería ganar después de muerto con los derechos de mis canciones. Y sigo siendo el propietario de mis temas. En 2007 vuelven a mis manos. Aunque quizá debería haber esperado a estar muerto, porque uno no sabe adónde va cuando esto se acaba, y teniendo en cuenta los precios que hay ahora en la Tierra...". 

"Yo no tengo nada que ver con la industria del entretenimiento. Puedo mirar hacia ese mundo desde la periferia, no soy parte de una moda, ni conozco otros entertainers ni me relaciono con ellos...". 

Aunque vive de la industria... "Sí, pero intento mantenerme alejado de ella. creo que es muy peligroso para mí dejarme engullir por ese mundo. Mira a Britney Spears, mira a Beyoncé, la forma en que cantan, en que se mueven... todo estudiado y coreografiado por otras personas. Es aterrador. Para poder escribir con algo de calidad, tengo que mantenerme al margen de todo eso". 

Pero tras apretarle un poco, Bowie reconoce su participación en el mundo del espectáculo: "Entre el 83 y el 87. Creo que fue el único momento en que la industria y yo nos dimos la mano, aunque nunca fue una amistad con visos de consolidarse. Sentía la presión de las expectativas puestas sobre mí e intente no defraudar. Fue un error. Por primera y única vez en mi vida escribí para una audiencia, y eso es el beso de la muerte; la única manera de ofrecer calidad es escribiendo para uno mismo". 

"El mundo de la música se ha revolucionado gracias a la Red. Sospecho que la industria discográfica está a punto de colapsar y en unos años no existirá. Las discográficas están asustadas, no saben hacia dónde ir. Pero no podrán evitar que la música sea gratuita, adquirirá el mismo estatus que el agua o la electricidad, algo que complementa y que es parte de tu vida diaria, pero que no es una pieza de información preciada como podía serlo hace treinta años. Se percibe de forma diferente. Es como la fotografía: cuando nació era algo especial, las familias se reunían una vez al año para fotografiarse, tenía un carácter de ritual que se ha ido perdiendo, y ahora... ¡las cámaras son de usar y tirar! Eso mismo va a ocurrir con la música. Hasta la noción de lo que se hace con ella -cortar, pegar y remezclar en casa- es completamente distinta. Por eso creo que lo que se van a revalorizar son los directos. Quizá por eso haya este revival de viejos grupos tomando los escenarios, porque sabemos qué darle al espectador, no hay nada que pueda reemplazar la experiencia catalizadora de un concierto". 

Estas palabras se añaden a sus visionarios anuncios, que le han hecho ganarse con los años la fama de ser un hombre que vive diez años por delante del resto:

"No lo creo, sospecho que el problema es que hay demasiada gente que vive con diez años de retraso respecto a la realidad".

Una de sus premoniciones fue la canción Loving the alien, del año 1984, en la que hacia referencia al conflicto palestino-israelí poniéndolo en términos de Oriente frente a Occidente:

"Oriente Próximo siempre ha sido un polvorín a punto de estallar. El problema es que cuando escribí aquel tema, Estados Unidos no pensaba que fuera un problema importante porque no afectaba a su vida diaria. Pues ¡sorpresa! Ahora sí que os afecta".

"Me da la sensación de que el manifiesto que Bush está siguiendo no está determinado necesariamente por el 11-S, sino que se gestó años antes por gente como Cheney o Wolfowitz, lo cual te obliga a preguntarte qué es lo que busca realmente esta Administración. Estados Unidos es una nación dividida en grupos religiosos, políticos, culturales... En Oriente Próximo lo que hay es una religión subdividida en naciones, lo cual es muy complejo, es la antítesis absoluta. Pero el tipo de guerra que este Gobierno ha emprendido delata su ignorancia respecto a cualquier periodo histórico del islam, por eso no saben qué pasos dar. Pensaban que los iraquíes abrazarían la democracia automáticamente, cuando en Oriente Próximo la Iglesia y el estado han permanecido unidos desde el siglo VII. El concepto de democracia nunca ha sido importante para ellos porque no la han vivido como nosotros. Por eso lo natural es que ahora quieran un líder acorde con un país musulmán, y en Estados Unidos no lo comprenden porque no se han preocupado de entenderlos". 
"Los políticos solían ser los mejores actores, incluso más que las estrellas del rock. Pero han dejado de actuar, te escupen en la cara abiertamente sus ambiciones, da mucho miedo".

"En la actualidad hay muy buenos músicos, pero es difícil encontrarlos porque la industria no les deja salir a la luz y la radio es un auténtico insulto. Hace años descubrí muy buenas bandas a través de la radio, pero ahora es sólo un instrumento más para obligarte a comprar lo que quieren que compres. Los músicos jóvenes lo tienen mucho más difícil que los de mi generación". 

"La libertad sexual que se está viviendo ahora ha sido fagocitada por la publicidad, y de ahí ha saltado a todos los medios de comunicación".


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